Si el primer Mazda MX-5 de 1989 encontró su fuente de inspiración en el Lotus Elan, el nuevo MX-5 parece desarrollado a imagen y semejanza de un Viper. El motor mantiene la posición frontal, pero ahora está retrasado respecto al eje delantero. Del mismo modo, el puesto de conducción es aún más bajo y tendido y estamos más cerca de nuestro acompañante, todo ello para bajar el centro de gravedad y reducir las inercias. El resultado es un deportivo que ha perdido buena parte del aburguesamiento que habían ganado las dos últimas generaciones a cambio de mejorar en comportamiento puro y duro.

Para ello, y según el responsable de desarrollo Masashi Nakayama, la clave ha estado en la reducción de peso… La filosofía de adelgazamiento se traduce en realidades como hacer más estrechos el morro y la trasera para bajar kilos gracias a unos paragolpes más finos y pequeños. La obsesión por el peso ha llevado a sustituir los muelles de los asientos por unas bandas elásticas –16 kilos menos– o los faros halógenos por unos de led.

VOLVER A CONDUCIR

En Mazda están tan orgullosos de los orígenes del modelo que nuestra jornada de pruebas en Barcelona comenzó con una ruta a bordo de un Miata original en su variante 1.6. Está claro que los responsables quieren que tuviéramos frescas las sensaciones que dieron vida a uno de los mitos más importantes del automóvil.

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Tras este test clásico llegó la hora del nuevo MX-5. Con un reparto de peso al 50% entre ejes, descubrimos que el nuevo MX-5 resulta mucho más neutro en curva. Tras una entrada en los virajes ligeramente subvirador, el tren trasero nos ayuda a redonderar los mismos a golpe de acelerador. El nuevo Miata es exageradamente respetuoso con el conductor y sus indicaciones, parece sacar toda nuestra madurez automovilística y nos deja hacer 'bastante' hasta que entra en acción el control de estabilidad para sacarnos del entuerto. Sin embargo, durante su presentación sólo podimos conducirlo con el motor 1.5 atmosférico, de 132 caballos. Un bloque agradable por tacto e incluso por sonido pero que nos dejó esperando al verano, cuando también podremos probar la variante de 2.0 litros y 160 caballos, esta ya con 'chicha' suficiente para hacer bailar al excelente conjunto mecánico logrado en este roadster. Eso sí, cabe recordar que la diferencia de precio entre ambos es notable, pues el 1.5 arranca en los 23.000 euros, mientras que el 2.0 lo hace en 25.800 €.

CONCLUSIÓN

En definitiva, lo mejor del MX-5 sigue siendo el placer por conducir. Sigue siendo uno de esos coches que nos obligan a desempolvar los viejos libros sobre conducción pura y dura; que nos invita a hablar de sensaciones. En cambio, en el lado opuesto debemos citar la escasa brillantez del motor, un 1.5 que se queda algo escaso para un chasis que ofrece bastante más. Y bueno, sobre la estética también hay opiniones para todos los gustos...

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