Si buscamos un representante que haya marcado la diferencia a lo largo de 30 años en el segmento de los monovolúmenes te vendrá a la mente un nombre propio, y no es otro que Renault Espace. Pese a las tres décadas que acumula a sus espaldas, sigue siendo toda una referencia que, con los años, ha evolucionado para adaptarse al gusto de los consumidores. Una cualidad que le ha venido fenomenal en su última generación, ya que ha logrado fusionar dos conceptos tan alejados como el de SUV y monovolumen.

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Pero el mundo también evoluciona y las leyes anticontaminación se han vuelto uno de los mayores quebraderos de cabeza para la industria del automóvil. Por esto mismo, la firma gala ha introducido en el Espace dos nuevos propulsores en su gama que le ayudarán a ser más respetuoso con el medioambiente.

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El primero de ellos, para ser sinceros, no se trata de un bloque completamente nuevo, pero deriva nada menos que del Alpine A110. Para aquellos que no lo sepan, hablamos del motor de gasolina 1.8 TCe con filtro de partículas. Éste permite reducir sus gases contaminantes y mejorar el flujo de escape. Sin embargo, al ser adaptado para este tipo de vehículo, se ha priorizado el aumento de par a la potencia pura, por eso en vez de desarrollar 300 caballos como en el Alpine, sólo produce 225. En cualquier caso, su tacto en marcha nos ha parecido de lo más agradable en nuestra prueba. Una de las cosas que más nos llamó la atención fue su empuje a medio régimen, saliendo de cualquier atolladero con un toque de gas. Este motor sólo puede asociarse a una caja de cambios automática EDC de doble embrague y siete marchas, una transmisión que nos ha parecido muy suave y de lo más efectiva para el día a día familiar.

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El segundo de los novedosos motores que probamos fue el Diesel 2.0 Blue dCi. En esta ocasión, la potencia se divide en dos: 160 caballos y 200 caballos. Ambos cuentan con la transmisión automática EDC e incorporan la tecnología SCR –Selective Catalytic Reduction– con AdBlue. Este sistema ofrece un mayor control sobre el consumo de combustible, disminuyendo a su vez las emisiones de CO2 y NOx. En nuestra toma de contacto sólo pudimos probar el más potente de los dos, gustándonos mucho la suavidad de conducción de la que hace gala. Además, resulta poco ruidoso y las vibraciones de su motor apenas llegan al habitáculo. Pese a su envergadura, los consumos fueron bastante ajustados no subiendo nunca de los siete litros a los cien.

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Junto a estas mecánicas, Renault también ha mejorado el equipamiento de su gama más alta –Zen e Initiale París– que en nuestro país acapara más del 90% de las ventas. Para ello se han incluido novedades tecnológicas como Waze o un sistema de sonido Bose. En materia de seguridad se han añadido un regulador de velocidad con distancia adaptativa o el sistema 4Control que permite a las ruedas traseras girar en el mismo sentido o en el opuesto a las delanteras.