El segmento de cabrios más juveniles no destaca precisamente por su volumen de ventas y, por eso mismo, las novedades se suelen contar con cuentagotas. Sin embargo, este año estamos de enhorabuena con la llegada de dos modelos interesantes: el 500C y el Wind. Dos apuestas valientes si tenemos en cuenta que en el pasado tan sólo han conseguido un éxito rotundo modelos tan dispares como el Mini Cabrio, el Peugeot 206CC o -en menor medida- el Opel Tigra.

Ahora la idea parece clara: ofrecer un producto más exclusivo y ahorrar al máximo en costes para garantizar su rentabilidad. Y para darse cuenta de esto último sólo hay que echarle un vistazo al Renault. Su diseño es absolutamente nuevo, atrevido incluso, porque reúne detalles estéticos propios de los grandes roadster como las dos ‘jorobas’ que encontramos en la parte superior de la tapa del maletero, el alerón trasero o el logotipo propio que resalta en la vista lateral, algo que no ofrecía ningún modelo actual de la marca del rombo.

Debemos de elegir entre el techo duro y el maletero capaz del Renault -270 litros- o capota de lona y las socorridas plazas traseras del Abarth.

Cuestión de apariencia

Todo muy innovador, ¿verdad? pero el Wind esconde toda una serie de elementos mecánicos heredados de los Renault Sport más conocidos. El bastidor, al igual que su dirección de asistencia eléctrica, ha sido importado directamente del Clio RS anterior y tanto el motor como el equipo de frenos proceden del Twingo RS. Por su parte, el Abarth tampoco escatima ni en logotipos ni demás aditivos para completar una imagen deportiva bien diferenciada del Fiat 500C: doble salida de escape, spoiler integrado en la capota de lona, llantas de hasta 17 pulgadas, pintura de carrocería tricolor, faldones, taloneras y un interior a juego. Impresionante despliegue, sí pero en el plano mecánico tampoco encontramos diferencia alguna con el 500 normal, más allá de la ganancia de cinco caballos en el motor 1.4 T-JET con la llegada de la tecnología ‘Multiair’ y de la transmisión automática ‘Abarth Competición’, que en realidad tiene un funcionamiento muy similar al cambio manual pilotado de Fiat -denominado ‘Dualogic’- aunque el fabricante asegura que las transiciones entre marchas son ahora más rápidas.

Puro nervio

En cualquier caso, queda claro que la diversión al volante es un objetivo común. Con chasis bien reforzados, neumáticos de generosas dimensiones y motores por encima de los 130 caballos, estos pequeños descapotables de menos de cuatro metros de largo y 1.250 kilos de peso, se desenvuelven con gran soltura en los tramos más revirados y logran mantenerle el pulso a coches más grandes y potentes.

El 500C demuestra más garra en el puerto es más potente y rígido que el Wind que ofrece un comportamiento algo más neutro.

El Abarth se vale de un motor mucho más enérgico para imponerse en este terreno, aunque resulta más aprovechable con el cambio manual que con el automático que equipaba nuestra unidad de pruebas. Por su parte, el Wind, con su motor 1.6 atmosférico y su cambio de cinco marchas, ofrece un planteamiento bastante más convencional. Acelera de forma algo más lenta y progresiva, pero también permite al conductor 'jugar' a su gusto con la gama de revoluciones para lograr unas prestaciones más que dignas, sobre todo si superamos las 3.000 vueltas con asiduidad. Además, el bastidor del Renault es notablemente más estable y equilibrado, mientras que el 500 se maneja casi como un 'kart' y nos obliga a prestar atención al tren trasero en las zonas de curvas, debido a una batalla realmente corta. Además, el techo duro es un gran aliado del confort, mientras que la capota del Abarth no logra un aislamiento perfecto. Eso sí, en su defensa hay que resaltar que permite accionar el techo en marcha -hasta 60 km/h- y conserva el mismo espacio interior para los cuatro pasajeros y un maletero de 185 litros, mientras que su rival francés requiere estar totalmente detenido para accionar el mecanismo del techo, que se monta y desmonta automáticamente pero se fija de forma manual.

En definitiva, ambos muestran argumentos bien distintos para tratar de ganarse al mismo público. Si atendemos a su precio, hay una ligera diferencia en favor del Wind, puesto que el Abarth 500C se ofrece desde 21.400 euros por los 19.305 del Renault. Una ventaja que seguramente no sea significativa para los más fanáticos de la casa italiana y que también está justificada en parte por el equipo de serie y el acabado interior, más esmerado en el 500, un coche que nos sigue pareciendo que tiene bastante 'más sabor' que este Wind, a nuestro juicio demasiado discreto en apartados tan importantes como el motor, el cambio, el diseño interior o el equipamiento.

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