Nadie duda a estas alturas de que la primera generación del Auris, digno heredero del incombustible Corolla, es un buen coche. Práctico, fiable y completo, le faltaba sin embargo esa chispa de atractivo y originalidad que le permitiese codearse con los vistosos compactos europeos. Muy pragmático en su concepción, resolvía bien todas sus facetas, pero sin destacar especialmente en ninguna.

La segunda generación del Auris quiere cambiar lo anterior, presentando una estética más llamativa y unas prestaciones que le acerquen al Golf y al León. Lo consigue con la renovada estética y con la parte mecánica, que se ha mejorado con una completísima gama inicial que incluye la opción híbrida, que probamos en este mismo número.

Más músculo
Sin haber abandonado del todo sus anteriores formas, el frontal del nuevo Auris ha mejorado sin duda en carácter, potenciado por una trasera más musculosa que se prolonga por los flancos perfilados.

El todo ha sido aderezado con una inyección de ADN del deportivo GT86 y el resultado es un coche compacto bastante más atractivo que su tímido antecesor. Algo que le viene muy bien al enfrentarse al León, todo un ejemplo de diseño dinámico, purista y deportivo que lo hace ser uno de los más llamativos y elaborados de la clase.

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Frente al Golf, el Auris ha ganado también puntos en estética, ya que éste permanece fiel a su tradicional estampa y en su séptima generación se ha centrado en mejoras mecánicas que no se ven y en aumentar la calidad de acabados.

Al entrar en el Auris nos llevamos una pequeña decepción, pues el trabajo estético realizado en el exterior no tiene solución de continuidad en el interior de su carrocería. El salpicadero no progresa en absoluto y resulta banal, con detalles simplones como el pequeño reloj encastrado, el marco de la pantalla, la guantera sin llave o los desangelados guarnecidos de las puertas.

La calidad de materiales es buena y, por la experiencia de ediciones anteriores, muy resistente al paso del tiempo. Sin embargo, en esto le aventajan sus oponentes alemanes, muy exigentes en este aspecto, quedando por encima sobre todo el Golf que ha ido mejorando este aspecto paulatinamente a lo largo de su evolución.

En cuanto al diseño del Seat, pensamos que el León hubiese merecido algo más de creatividad en su interior, que queda triste para un vehículo de su carácter. En el Golf, por el contrario esta sencillez casa mejor con el modelo y sus pretensiones.

Eficacia equilibrada
La plataforma del Auris es la misma que la de su antecesor, aunque ha sido puesta a punto para un rendimiento más dinámico. Toda la estructura y parte de los elementos mecánicos se han aligerado sustancialmente para hacer un Auris más ágil y agradable de conducir. En esta versión en concreto, la suspensión trasera de doble triangulación aporta un tanto más de aplomo y rigidez que en las inferiores, dotadas de eje semi-independiente como en el caso de sus rivales.

Con el centro de gravedad más bajo que antes, lo cierto es que en el Auris se ha conseguido un tacto de conducción muy en la línea de lo que se exige a un compacto polivalente: seguro, estable y obediente. Aunque los que busquen aporte de deportividad al volante no lo encontrarán en el Toyota, más versado en eliminar cualquier problema al conductor.

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Construcción modular
Justo lo contrario que el Seat, cuyo nuevo chasis ha recibido unos ajustes que, sin ser tan drásticos como en el anterior León, aportan el mayor rigor deportivo de los tres a pesar de disponer de un sencillo eje semi-rígido detrás, reservando al igual que el Golf la suspensión multibrazo más sofisticada para las versiones más potentes. Lo cierto es que esta suspensión más sencilla cumple de sobra con su función y resulta adecuada y más ligera para estos motores y sus prestaciones.

Son las ventajas de la construcción modular y de las que el Auris también se beneficia, reservando el eje torsional para el motor Diesel inicial de 90 caballos de potencia. En el Golf nos encontramos en una posición intermedia y, por sensaciones de la dirección, aplomo y comportamiento en curvas de amplio radio, es el que más se asemeja a una berlina de segmento superior.

En cuanto al tarado de suspensión, los tres aportan comodidad y filtrado más que suficientes como para considerarse coches cómodos sobre cualquier tipo de asfalto. El Golf, con sus amortiguadores de gran recorrido, y el Auris, con su eje trasero multibrazo, ofrecen algo más de confort. Mientras que el León paga su mayor deportividad con un comportamiento más firme sobre terreno irregular aunque suavizado.

Turbo inédito
El Auris en esta versión superior Diesel ha recibido toda una serie de modificaciones que mejoran considerablemente sus prestaciones. El bloque Toyota de dos litros incorpora un turbocompresor y una bomba de aceite nuevos.

También se han modificado sus cámaras de combustión y sus calentadores, dotándolo de serie del sistema de parada automática que permite ahorrar combustible y reduce la contaminación cuando circulamos por ciudad. En cuanto a esto último, iguala a sus rivales, que también ofrecen de serie este importante dispositivo automático. El resultado en carretera es más satisfactorio que en el motor anterior, con prestaciones superiores y unas mejores respuestas en toda su gama de utilización.

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Y todo ello reduciendo significativamente los consumos homologados. Pero frente al más pequeño 1.6 TDI que equipan sus rivales, el Auris no consigue sacar todas las ventajas que le permitirían su mayor cilindrada y potencia. Si bien consigue mejores prestaciones absolutas, la buena respuesta a bajas revoluciones del propulsor del grupo alemán iguala las diferencias, principalmente en las recuperaciones.

La relación de cambio un poco más corta en el León le dan a éste un plus de vivacidad que resta distancias con el bloque japonés. En el caso del Golf, equipado en esta unidad de pruebas con el versatil cambio de doble embrague DSG, también consigue mantener las respuestas muy próximas a las del Toyota, gracias al buen hacer y rapidez de esta transmisión automática y, como el León, consumiendo un poco menos.

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