Las sinuosas y estrechas carreteras de Decker Canyon, al norte de Malibú (California), flanqueadas por muros de piedra y acantilados, fueron el lugar elegido por Audi para darnos la oportunidad de probar su preciado y artesanal Quattro concept. Tres coches patrulla de la policía del estado nos acompañaron durante la jornada para bloquear los accesos a la carretera y así permitirnos probar el prototipo con seguridad, aprovechando toda la anchura de la carretera. En principio se trataba de que, al contar con más espacio para los cambios de apoyo, se evitara que el faldón delantero rozase con el suelo, más que buscar puramente mayores velocidades. Sin embargo, el jefe de relaciones públicas de Audi, Josef Schlossmacher, iba como una bala y en ningún momento nos sugirió que aminorásemos la marcha, lo que dice mucho del Quattro concept. Se trata de un coche de verdad, con una plataforma adaptada a partir del RS5 y con una versión preparada del cinco cilindros en línea con turbo e inyección directa que montan el TT RS y el nuevo RS3.

¡Ooh, qué sonido!

A diferencia de los modelos que actualmente equipan esta planta motriz, en el Quattro concept el motor está alojado en posición longitudinal y unido a una caja de cambios manual de seis velocidades que toma prestada del S4. Audi declara 402 caballos y 480 Nm de par. Además de su manera de ganar vueltas y su contundente potencia, el sonido me recordaba al cinco cilindros en línea del original “Ur-Quattro” volando bajo entre los árboles de los bosques de Mpumalanga, en Suráfrica, donde tuve ocasión de verlo hace ya mucho tiempo.

Todo en este coche es evocador, pero como puntualiza el diseñador Wolf Seebers, “No nos hemos limitado simplemente a injertar piezas que recuerden al coche original. Hay que tener cuidado con los diseños retro. Queríamos expresar un nuevo lenguaje de diseño, algo que aparecerá en todos los nuevos deportivos de Audi”. Un diseño para conmemorar un clásico pero que también avance el camino para futuros vehículos suena como una olla a presión estilística, pero el equipo del diseñador jefe Wolfgang Egger lo ha sacado adelante. La carrocería de aluminio es una combinación de la tecnología Space-Frame de Audi con algunas piezas realizadas en fibra de carbono (el capo, la tapa del maletero...) y sobre la báscula marca un peso de 158 kilos. Para el coche completo se declara un peso de 1.300 kilos, más o menos lo mismo que el viejo Sport Quattro de acero, pero hay que tener en cuenta que el antiguo coche no tenía ninguno de los múltiples sistemas de seguridad presentes en un vehículo moderno. Además, en el Quattro Concept hasta los asientos son ligeros, pesando en torno a 18 kilos cada uno a pesar de equipar los motores necesarios para sus reglajes eléctricos.

Sensaciones por Quattro

Desde el asiento del conductor la instrumentación virtual llama inmediatamente nuestra atención. Puede visualizar la navegación y otras funciones del sistema multimedia, además de los habituales elementos para controlar la velocidad, las revoluciones y los niveles mecánicos. Los botones situados en el contorno del cuadro de instrumentos evocan el aspecto del legendario Audi Quattro de los ochenta. Comparado con el RS5 del que toma la base, la distancia entre ejes se ha recortado en torno a 15 centímetros y el techo es 2’5 centímetros más bajo. Es un estricto biplaza y su espacio interior resulta insuficiente para pilotos altos. Cuenta con un espacio razonable tras los asientos para el equipaje, pero el espacio para los pies es estrecho y hacer el “punta-tacón” requiere un esfuerzo especial.

Desde la puesta en marcha se nota que el Quattro tiene una mecánica completamente afinada. El embrague funciona con suavidad y el coche se pone en movimiento sin aspavientos. Coge velocidad como un deportivo de producción perfectamente calibrado; bueno, en realidad coge más velocidad que un auténtico deportivo de calle. De 0 a 100 kilómetros / hora, Audi proclama que es capaz de lanzarse en menos de cuatro segundos y no lo ponemos en duda. Al cambiar marcha y pisar el acelerador se advierte un retardo en la entrega de potencia del turbo, pero de pronto vuelve a la carga con su frenético y bien audible soplido… aunque no por mucho tiempo. La carretera de Decker Canyon es demasiado tortuosa para mantener una aceleración prolongada y enseguida llega el momento de tirar con fuerza de los frenos en la primera de una innumerable sucesión de virajes.

El sistema de tracción quattro empleado en este coche es la última evolución firmada por Audi. Dispone de un sensor de par, diferencial central de diseño propio que detecta y compensa los deslizamientos de cada eje distribuyendo la fuerza entre ambos, y detrás cuenta con un diferencial de dos fases que usa engranajes planetarios para variar la distribución de par entre ambas ruedas, enviándolo a la rueda exterior cuando es necesario para mantener el eje en su sitio. Todos estos mecanismos juntos mantienen el coche en la carretera con facilidad.

La corta batalla y el peso contenido otorgan una respuesta rápida a la dirección, añadiendo a un tenaz agarre la reactividad y agilidad que uno espera de un cupé de batalla corta. Unos discos de freno carbo-cerámicos pletóricos de fuerza detienen el Quattro concept antes de tomar cada curva y, como la estabilidad lineal resulta irreprochable, ni frenando fuerte es posible descomponer al chasis de ninguna manera. Todas las fuerzas dinámicas están bajo control y permiten tirar el coche de un lado a otro en cada curva con absoluta confianza.

Ahora comienzan los ruegos

Tras nuestra toma de contacto ha quedado claro que el Quattro concept es un coche “de verdad”, lo que nos lleva a la cuestión crucial. No se ha tomado todavía una decisión pero en el caso de que el proyecto tuviera luz verde para su producción, probablemente no se harían más de 500 o 600 ejemplares. No podemos empezar a especular sobre el precio, ya que como decimos necesariamente se trataría de una serie corta, realizada a mano. Peter Seizinger, coordinador del proyecto, dice que para conseguir contener el peso es indispensable emplear piezas de suspensión específicas… léase “caras”.

No obstante, el motor empleado es asequible para los estándares de un supercoche y en otros componentes mecánicos indudablemente se explorarían posibles donaciones de otros modelos. Es demasiado bonito como para que no entre en producción. A diferencia del concept car Audi Quattro Spyder de 1991, que todos admirábamos pero que resultaba demasiado caro para pasar a la realidad, el Quattro concept sigue la estricta directiva de Audi según la cual todos los conceptos se basan en tecnologías de plataformas actuales, para hacer factible –quizá- su fabricación.

En definitiva, esperamos que su precio esté en la franja baja del presupuesto de Bill Gates.

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