Ha tardado en hacerse realidad puesto que el primer prototipo se presentó en septiembre de 2009, pero el Volvo C30 eléctrico ya está con nosotros. Los planes comerciales que Volvo ha diseñado para el compacto están enfocados a servir como coche de flota en Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda, Francia, Alemania, Estados Unidos y China. Y si las cosas salen bien, que así se prevé, otros países también recibirán unidades de este C30, aunque a partir de 2012 (caso de España).

El Volvo C30 eléctrico no es un coche nuevo porque toda la estructura y su diseño se mantienen inalterados respecto a las versiones de combustión y de explosión que ya se comercializan. Lo inédito se encuentra bajo el capó motor: un motor eléctrico de 110 caballos que le permiten una velocidad máxima de 130 kilómetros/hora, un 0 a 100 en 11 segundos y una autonomía, en la línea del resto de eléctricos que hay en el mercado, de 150 kilómetros (con condiciones atmosféricas favorables y un limitado uso de los dispositivos electrónicos). Las baterías de ión-litio, responsables de que todo funcione, están repartidas a lo largo del túnel de transmisión y llegan hasta donde se ubicaba el depósito de combustible, colocadas en forma de T. Con esta distribución se persigue alejar las pilas lo máximo posible de las zonas de deformación, útiles en caso de impacto; así se asegura una mayor fiabilidad y la nula existencia de problemas (como un incendio) en caso de accidente.

Se fabricarán 250 unidades en este 2011, aunque si la demanda crece, se aumentará la producción

Los cambios para conseguir una buena electrificación del C30 han ido más allá: se ha mejorado la aerodinámica (altura ligeramente reducida, alerón específico y bajos del coche semicarenados), se añaden unas llantas que reducen 11 kilogramos el peso final del coche (algo lógico si tenemos en cuenta que el mismo ha aumentado por las baterías), frenos de aluminio para las ruedas traseras y la supresión de la boca del depósito de combustible por una toma de carga en la parrilla. En cuanto al sistema de recarga, existen dos tomas con las que ‘inyectar vitaminas’ a las baterías: o bien utilizando un juego de cable-cargador con una toma estándar (como las de casa) o empleando un sistema de carga rápida. Con el primero se tardarían ocho horas en tener energía al 100% mientras que con el segundo, con 30 minutos se tendría la suficiente para hacer cerca de 70 kilómetros.

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Además, habrá múltiples programas que permitan al conductor optimizar los recursos necesarios y no desaprovechar la energía, como el control de ventilación y climatización, que podrán programarse con antelación para su correcto funcionamiento a través del ordenador de a bordo o con un smartphone que tenga una aplicación que permita conectarse con el automóvil.