El Ateca es el Leicester de los todocaminos. Pocos confiaban en que un modesto grupo de futbolistas sin apenas nombre se alzara ganador de la última liga inglesa –Premier League–, como muchos otros tampoco creían que Seat iba a entrar en el segmento de moda con un vehículo tan bien preparado. Pero la historia está para romperla, incluso si enfrente tienes a rivales como el Manchester United o el Chelsea o, en el caso del Ateca, el Nissan Qashqai, el SUV con más éxito en España en los últimos tiempos.

Creador de una escuela
Pero de las rentas uno no puede vivir, como vemos. Lo sabe bien el japonés, que en su segunda generación mejoró los detalles más comprometidos de su antecesor como eran la habitabilidad o las terminaciones. Y vaya si lo hizo. Cuando el nuevo Qashqai salió en 2014, el ritmo frenético en los concesionarios era tal que el modelo de Nissan se coló entre los 10 coches más vendidos en nuestro país. Dos años después de aquello, el Qashqai sigue lozano y, lo más importante, gusta y es elegido como coche principal por familias con uno o dos niños, precisamente el objetivo que persigue el Ateca.

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Pero más allá de las semejanzas que puede haber entre ambos, empezando por el target al que van dirigidos y continuando con las dimensiones exteriores, en la práctica son dos automóviles muy distintos. Mientras que en el Qashqai nos encontramos con un puesto de conducción sobreelevado, propio de TT más grandes como el del mítico Terrano, en el Ateca apenas hay que alzar las piernas para entrar o salir del habitáculo y eso que los asientos están unos 12 centímetros más altos que en un León. En el Seat también nos encontramos más integrados con lo que nos rodea debido a unos asientos de corte deportivo que sujetan bien el cuerpo y un volante menos inclinado que facilita su manejo sin necesidad de que las manos vayan 'colgando' del mismo, detalles que hacen pensar en parado que el Ateca es más dinámico

Siendo más potente y teniendo mayor cubicaje, el TDI se 'queda' en bajas

¡Y no nos equivocamos! Durante los primeros kilómetros, el Ateca demuestra que tiene un excelente aplomo de rodadura. Por tacto nos recuerda a su hermano compacto, con el que comparte la plataforma modular MQB del grupo Volkswagen. Se siente preciso y duro, que no incómodo, prefiriendo moverse en vías de alta velocidad a gestionar el tráfico diario, en el que es muy observado por el resto de usuarios, al menos de momento hasta que se pase el efecto novedad. Incluso en zonas reviradas, el Seat nos revela que está hecho para hacer kilómetros a un ritmo elevado, con un eje trasero que obedece fielmente al delantero, muy de agradecer en apoyos cerrados.

Han dejado su sello
Cuando nos montamos en el Qashqai hay que cambiar el chip porque aquí las cosas funcionan de otra manera. Se trata de un vehículo más confortable, con una dirección muy asistida y unas suspensiones que filtran bastante mejor las irregularidades debido al chasis. Lástima que los asientos sean tan planos y hagan que nuestros acompañantes 'bailen' en cada rotonda…

En lo que respecta a mecánicas, a pesar de los 20 caballos de más del TDI y de los datos que aparecen en la ficha técnica, sorprende que las respuestas del dos litros en bajas sean tan justas, penalizadas en esta ocasión por unos exagerados neumáticos en medida 245/40 y la tracción integral con embrague Haldex, innecesaria para circular por Madrid capital, por ejemplo, pero imprescindible en montaña o zonas muy lluviosas. A medio régimen es donde comienza a despuntar, si bien nos ha llamado la atención que hemos tenido que recurrir en más de una ocasión al cambio para adelantar. Durante esos procesos de aceleración descubrimos que el silencio tampoco es una de sus virtudes dejándose sentir más de lo esperado. Si se hubiese utilizado más aislamiento acústico quizá esto no pasaría, porque también se oyen ruidos aerodinámicos procedentes de los espejos retrovisores, observados a partir de 100 por hora.

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El dCi de origen Renault, en esta ocasión, brilla con fuerza gracias al mayor empuje que logra desde abajo y que, incluso, hace que pensemos que es más potente, un punto a su favor teniendo en cuenta que el nipón pesa unos 100 kilos más. El escalonamiento de la caja de cambios, con recorridos más largos, busca finalmente que el bloque gire bajo de vueltas, y lo logra, porque el Qashqai deja la media de gasto de carburante por debajo de 5,0 litros, frente a los 5,5 litros registrados en el ordenador del Ateca.

El Ateca se comporta mejor en curvas, con una carrocería que balancea menos

Y el ganador es…
Al final y obviando cuestiones subjetivas como el diseño, el Qashqai es más eficiente y, aunque es ligeramente más caro en caso de que el Ateca no monte el 4x4–26.940 euros–, viene mejor equipado con asistentes que son opcionales en el Seat como el avisador del ángulo muerto –380 euros– o las cámaras perimetrales –550 euros–. El Ateca mientras ofrece un habitáculo más espacioso, un maletero con casi 100 litros más y, en general, se percibe más dinámico. Argumentos, en definitiva que pueden servir al novato para dar un campanazo, de esos que se recuerdan durante años

Precio, equipamiento y ficha técnica del Nissan Qashqai Black Edition 1.6 dCi 130 CV (aún no disponible en nuestra base de datos)

Precio, equipamiento y ficha técnica del Seat Ateca Xcellence 2.0 TDI 4Drive 150 CV

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