Pocas veces tenemos la oportunidad de ver nacer una marca y comprobar que crece por días como un niño sano, porque por desgracia y hasta hace no mucho, lo normal era lo contrario. Afortunadamente DS, el fabricante del que hablamos, tiene el apoyo del grupo PSA al que pertenece y eso se nota por ejemplo en su 3, un coche radicalmente distinto al Citroën C3, del que toma la base. Porque no sólo cambia la carrocería, sino que las modificaciones han ido más allá con la idea de crear un utilitario más exclusivo, de corte deportivo, y en el que se incluyen terminaciones propias de vehículos más lujosos. De hecho, el olor a cuero que percibe nuestro olfato nada más abrir la puerta del conductor es sólo uno de los indicativos de que el DS 3 es un automóvil diferente a lo que estamos acostumbrados en este segmento, perfecto para todos aquellos y aquellas que buscan distinción por encima de propuestas más generalistas. No obstante, en la firma han decidido incluir nuevos detalles que revitalicen su imagen, como un sistema multimedia más avanzado e indispensable para los conductores que viven enganchados a un smartphone. Un diseño por cierto del que Mini está muy pendiente últimamente ¿por miedo o por obsesión?

Juegan al despiste
La relación entre DS 3 y Mini Cooper llegó a ser de hermanamiento ya que los dos coches utilizaron el mismo motor, un gasolina de 1.6 litros conocido como THP, vigente todavía en la casa francesa. Pero hoy ni siquiera comparten eso, con propulsores de desarrollo propio, de la citada Citroën en DS y de BMW en Mini. Nosotros lo preferimos así porque cada uno luce su personalidad, como nos queda patente tras probarlos.

El Cooper quiere liderar desde el primer segundo y lo hace dejando atrás al DS 3

A pesar de que la arquitectura es la misma –tres cilindros en línea y turbo–, la mecánica del galo es más ‘tranquila’ que la del Cooper, mucho más puntiaguda. Verás: apenas alcanzadas las 1.000 vueltas, el 1.5 del Mini empieza a empujar hasta rebasar las 2.000 revoluciones, pero ahí no ‘muere’ porque deja atrás las 3.000… y sobrepasa con descaro las 4.000, donde está su techo físico. Estirándose como si fuese una gimnasta rítmica, el Cooper nos remonta a una época pasada en la que había que ir muy arriba para aprovechar el potencial disponible y eso nos gusta.

Y no es un JCW
Frente a esta ‘apertura de miras’, el Puretech, inédito en la gama hasta el momento, es más discreto, con un margen de actuación más reducido aun a espesas de un par disponible superior. Pero eso no basta para intentar dejar atrás a su contrincante, algo que no sucede porque el Mini siempre es más rápido, ya sea en una salida desde parado después de que un semáforo se ponga en verde o a la hora de afrontar un puerto de montaña. Y ahí entra en juego la caja de cambios, con un tacto típicamente alemán: marchas con recorridos y relaciones muy cortas. La del DS no puede negar su origen y echamos de menos algo más de precisión, principalmente cuando toca usar la transmisión a menudo, con un guiado no tan preciso como el visto en su adversario.

No podemos olvidar que, aunque no estamos ante la versión deportiva Cooper S, mucho menos en la extrema John Cooper Works, el Mini se siente un coche más duro en todos los sentidos. Entrar y salir de él es más incómodo debido a su menor altura y mayor estrechez en el interior, con un volante de tacto firme, al igual que sus pedales. Pero la suspensión destaca por encima de todo lo anterior debido a su consistencia. Cualquier imperfección viaria se deja notar en forma de sequedad en el habitáculo, así que la amortiguación deportiva es totalmente prescindible si no quieres que te duela la espalda –225 euros–. Por la regulable sí que merece la pena desembolsar 550 euros, ya que nos permite viajar con mayor comodidad si circulamos con los programas básicos –Green y Mid– y llegar al destino sin la necesidad imperiosa de bajarse del vehículo para estirar las piernas.

Siéntete como en casa
El DS 3 deja de lado la deportividad de la que hace gala el Mini para acercarse más al concepto de confort que prima en Citroën, con matices, porque su conducción resulta más relajada y placentera a pesar de tener la puesta a punto específica de este acabado Sport. Por si fuera poco, el DS 3 cuida de la economía al registrar unas medias de combustible más bajas que las del Mini.

Con todo, es cierto que el Cooper es más dinámico pero sus planteamientos pasan factura a nuestro cuerpo tras viajar en él. Claro síntoma de que nos hacemos mayores

- Precio, equipamiento y ficha técnica del DS 3 Sport 1.2 Puretech 130CV

- Precio, equipamiento y ficha técnica del Mini Cooper 1.5 136CV

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