Hubo un tiempo en el que el vehículo perfecto para moverse con niños en el día a día era un monovolumen compacto y Opel albergó en su gama durante mucho tiempo uno de los más populares en nuestro país: el Meriva. Ahora, la imperante moda SUV nos ha privado de este tipo de vehículos pero quizá no de sus múltiples ventajas y es que este Opel Crossland X que probamos hoy quiere demostrarte que reúne todas aquellas facetas además un envoltorio mucho más atractivo.

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Guillermo Jiménez //Car and Driver

Desde luego, lo segundo es incuestionable. Al primer vistazo, el Crossland X resulta de lo más apetecible y es que mezcla características muy propias del segmento, tales como la carrocería elevada, los plásticos protectores que cubren toda la parte inferior de la misma hasta los pasos de rueda o las llantas de gran diámetro, con otras muy características de Opel, tales como la decoración bitono que le confiere un techo flotante que recuerda mucho al del Adam, especialmente en su parte posterior. Por lo demás, las formas y proporciones del capó y los grupos ópticos, tanto posteriores como delanteros, le emparentan también muy directamente con el Grandland X, su hermano mayor pero lo mejor de todo es que pese a esta estética de SUV, tan coqueto como robusto, estamos ante un coche realmente compacto.

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Guillermo Jiménez//Car and Driver

Buena base

Dispuesto sobre la misma plataforma que el Citroën C3 Aircoss, con una batalla de 2,60 metros, el Opel Crossland X se conforma con 4,21 metros de largo por 1,76 de ancho mientras que su altura total roza el 1,61. Es solo seis centímetros más largo que el citado C3 –por seguir con la comparación– mientras que presenta una anchura y una altura casi calcadas. Con estas cotas, no tardamos en apreciar una de sus grandes ventajas: se mueve como pez en el agua en ciudad. Cualquier hueco de estacionamiento nos sirve, bien apoyados en un diámetro de giro bastante corto –10,8 metros entre bordillos–, una dirección de asistencia eléctrica francamente suave y sobre todo, un sistema de ayuda al estacionamiento con sensores delanteros y posteriores y cámara con visión 180º –pack que cuesta 900 euros–, realmente sofisticado para un coche de su segmento y precio. Pero la comparación con los citados C3 Aircross y Meriva tenía un requisito fundamental muy claro: ¿será capaz este pequeño crossover de ofrecer un uso práctico tan bueno como el de éstos?

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Guillermo Jiménez //Car and Driver

La respuesta es rotundamente afirmativa. El interior del Crossland X nos brinda un buen acceso a cualquiera de sus cinco plazas, favorecido por su alta carrocería y también por una altura libre al suelo de 17 centímetros que implica, entre otras cosas, que todos los asientes se sitúen en una posición elevada. Así, el puesto de mandos se asemeja mucho más al de un SUV que al de cualquier utilitario, con un salpicadero bastante tendido y con la obligación de elegir una regulación de asiento elevada para disponer de una ergonomía correcta. De lo contrario, algunas elementos de equipamiento realmente valiosos como la pantalla táctil de 8 pulgadas o el head-up display que también equipaba nuestra unidad no se visualizan del todo bien.

Opel Crossland X 1.2 Turbo - interiorpinterest
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Por suerte, el volante ofrece una buena regulación en altura y profundidad y sobre todo, los asientos recogen el cuerpo a la perfección hasta el punto de disponer –opción muy recomendable– de una banqueta modulable que permite aumentar o acortar su longitud para que las piernas queden en una posición descansada. Además, nuestra unidad de pruebas añadía calefacción a estos asientos delanteros algo especialmente valioso en esta época del año. Por lo demás, la calidad percibida es buena en líneas generales y para un coche de su tipo, si bien encontramos plásticos rígidos y acabados mejorables, que se combinan con otros más apropiados.

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Te cabrá todo

Pero más allá de este confort de acceso y de la ergonomía de los asientos delanteros, lo mejor del habitáculo del Crossland X es sin duda su funcionalidad, muy similar a la de cualquier monovolumen de antaño. Para empezar, tenemos numerosos huecos útiles a nuestra disposición, tanto delante como detrás. Bajo el elevado salpicadero nos encontramos con un espacio profundo para cargar por inducción nuestro smartphone, justo detrás se ubican dos posavasos y un mueble central con tapa y es que ni siquiera el freno de mano convencional resta desmerece en esta zona pues queda muy al alcance del conductor y no ocupa demasiado. Además, los huecos de las puertas y la guantera también son generosos.

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Guillermo Jiménez//Car and Driver

Detrás, tanto el acceso como la altura libre al techo son elogiables y las plazas traseras modulables marcan la diferencia. La banqueta con regulación longitudinal se desplaza 15 centímetros hacia delante o hacia atrás garantizando buen espacio para las piernas de los adultos, o incrementando el volumen del maletero notablemente, según nuestras necesidades. El respaldo también ofrece dos posiciones para reclinarse más o menos en marcha o plegarse por completo. Así, el volumen de carga de este pequeño Opel puede ser de 410 ó 520 litros con sus cinco plazas disponibles y de hasta 1.255 litros si prescindimos de las traseras. Por si esto fuera poco, un práctico doble fondo nos permite bien ocultar bajo el mismo determinados objetos o bien utilizarlo para enrasar la superficie cuando queramos aprovechar ese volumen máximo de carga.

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Hora de dar la talla

Una vez tomadas las medidas pertinentes y contrastada la funcionalidad de su habitáculo, llega el turno de ver cómo se comporta en carretera el SUV más compacto de Opel y las primeras sensaciones son realmente agradables. El citado puesto de conducción elevado garantiza en ciudad una buena visión de nuestro entorno y especialmente del tráfico. Solo la luneta trasera, elevada y algo reducida, nos obliga a mirar más por los retrovisores exteriores que por el interior y confiar todo a la cámara y los sensores a la hora de aparcar mientras que con el pilar A sucede algo similar, nos resta capacidad de visión en algunos giros.

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En los primeros kilómetros apreciamos también dos de las principales virtudes de la mecánica 1.2 Turbo de nuestra unidad de pruebas: silencio de marcha y buen empuje. Llama la atención que este bloque para ser un tricilíndrico, ofrece una suavidad de funcionamiento notable y es que solo en frío se aprecian algunas vibraciones mínimas y su rumorosidad es siempre escasa. Además, frente a un cuatro cilindros ofrece una respuesta mayor a medio y bajo régimen solo a costa de ser un poco menos elástico. Así, quienes vengan de conducir un diésel, por ejemplo, se sentirán como en casa con este bloque de 130 caballos porque se conduce exactamente igual: aprovechando su buen par a bajas vueltas –el máximo es de 230 Nm a solo 1.750 rmp– y jugando con el cambio de marchas manual de seis velocidades para ir ganando ritmo manteniendo a raya el consumo.

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Guillermo Jiménez //Car and Driver

Esta transmisión de Opel cuenta con desarrollos bien escalonados y una sexta velocidad más larga, precisamente para que en viajes largos en autopista el consumo se vea favorecido sin que en el día a día esto repercuta lo más mínimo. Su manejo tampoco presenta mayores dificultades, más allá de que hubiéramos agradecido unos recorridos más cortos en la palanca para manejarla con mayor agilidad, pero en líneas generales, resulta bastante precisa y sobre todo cumple con su función principal: ayuda a que saquemos todo el empuje de un motor realmente enérgico que mueve con gran soltura los 1.259 kilos de este Opel hasta el punto de hacernos creer que viajamos en un coche más ligero.

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Guillermo Jiménez//Car and Driver

El consumo es el otro gran beneficiado y es que viajando sin carga y en trayectos cotidianos –interurbanos– lo normal es moverse por debajo de los 5,5 litros a los 100 kilómetros mientras que si viajamos con más carga, aprovechando toda la potencia de este bloque para adelantar en puertos pero manteniéndonos en velocidades razonables, la cifra asciende hasta unos razonables 6,5 litros a los 100. Dicho de otra forma, estamos ante un coche con un consumo más que apropiado para sus prestaciones y es que –recordemos– es capaz de pasar de 0 a 100 km/h en menos de 10 segundos y su velocidad punta es de 201 km/h.

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Carretera, ciudad y... ¿campo?

El funcionamiento de esta mecánica y también la funcionalidad del interior encajan a la perfección con lo que el cliente suele buscar en un coche de este segmento, el llamado B-SUV pero, ¿qué hay de su comportamiento general es tan versátil como esperas? Pues dependerá mucho del uso que quieras hacer del Crossland. Dentro de las numerosas opciones que ofrece este segmento, el Opel se sitúa más cerca de los indicados para carretera y ciudad que de los más camperos.

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Guillermo Jiménez //Car and Driver

Su suspensión, por ejemplo, se muestra bastante firme lo que aporta cierta confianza en carreteras viradas y a la vez es capaz de superar resaltos en ciudad con cierta eficacia, pero también tiende rebotar en exceso en pistas de tierra, donde los baches son más continuos, un efecto al que también contribuían los neumáticos 215/50 R17 que montaba nuestra unidad de pruebas, más deportivos que ruteros.

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Guillermo Jiménez //Car and Driver

Sin posibilidad de equipar ningún sistema de tracción integral ni el asistente electrónico al estilo del Grip Control de su citado hermano, el Citroën C3 Aircross, el Crossland X pide carretera pero lo cierto es que en ésta se comporta bien. En viajes largos nos beneficiamos de una insonorización general correcta y en curvas de una notable estabilidad, algo siempre más difícil de lograr en coches con el centro de gravedad alto como es el caso.

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Guillermo Jiménez //Car and Driver

El buen funcionamiento de su mecánica y el uso práctico que ofrece su interior también juegan a favor de un vehículo más amplio por dentro de lo que parece por fuera, con una calidad general y un equipamiento más elevado de lo que puede hacerte pensar su precio. La unidad probada, con el motor 1.2 Turbo de 130 caballos, cambio manual y acabado Innovation está a la venta –descuentos incluidos– por 20.479 euros y por muy poco más, unos 1.500 euros puedes añadir la mayoría de los extras citados: asientos calefactados y con banqueta regulable, techo panorámico –no practicable–, pantalla táctil de ocho pulgadas, head-up display, sensores de aparcamiento delanteros, posteriores y cámara visión 180º y un largo etc.

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Guillermo Jiménez //Car and Driver

En definitiva, no sólo presenta un envoltorio mucho más bonito que el antiguo Meriva. También ofrece una funcionalidad que recuerda y mucho a éste y el equipamiento que el veterano monovolumen nunca imaginó, por un precio muy semejante.

A favor: Empuje y eficiencia de su mecánica. Acceso y habitabilidad interior. Maletero. Precio.
En contra: Sin 4x4 ni Grip Control, su uso se limita al asfalto. Suspensión algo seca. Algunos ajustes del interior.