El Alpine A110 original nació en la década de los 60 y rápidamente se hizo famoso tanto por su silueta estilizada como por su ligereza, frenando la báscula en apenas media tonelada de peso en vacío. Su chasis de acero tubular con carrocería de fibra de vidrio, así como sus motores de origen Renault, se hicieron mundialmente famosos tras las victorias cosechadas en el Rally de Montecarlo durante los años 70 y ahora su legado recae sobre el espectacular ejemplar que tenemos junto a nosotros: un Alpine A110 S de color naranja fuego. Hablamos de la versión más radical del deportivo biplaza francés, un automóvil que podría pasar perfectamente por ser una máquina de carreras homologada para la vía pública pues basta contemplar su provocadora estética, sentarse en sus asientos envolventes Racing Sabelt, arrancar ese motor heredado del Renault Mégane R.S. y salir a dar una vuelta para darse cuenta de que estamos ante un modelo muy especial, de esos que uno tarda en olvidar.

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Christian Colmenero//Car and Driver

Una imagen imponente

El encuentro con esta obra de la ingeniería se iba a producir en el garaje de la redacción, un parking subterráneo en el que me estaba esperando, perfectamente aparcado y con ganas de salir de paseo, una preciosa unidad equipada con el Kit Aero de Alpine: una lámina delantera de carbono y un alerón trasero, pensados para mejorar la carga aerodinámica del coche. Lamentablemente, el día escogido no iba a ser el más adecuado para probar el rendimiento de estas piezas, ni siquiera de sus pegajosos neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2 (215/40 R18 delante y 245/40 R18 detrás) pues la lluvia no se detendría en toda la jornada. No importaba, bueno sí, pero una oportunidad como esta no se presenta todos los días.

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Christian Colmenero//Car and Driver

Fijamos nuestro destino en el recién estrenado sistema multimedia Alpine con pantalla táctil de 7 pulgadas y ya solo faltaba lo mejor: poner en marcha su vigoroso motor de gasolina. Pulsamos ese magnifico botón rojo y nos deleitamos con una melodía enérgica, llena de rabia, que poco a poco va disminuyendo a medida que el bloque coge temperatura. Ya en marcha, el A110 S nos demuestra desde el primer momento sus intenciones, es un coche muy directo que nos proporciona una gran cantidad de información del asfalto y nos conecta con él de un modo asombroso. Quizás, lo que más llama la atención es que su suspensión no llega a ser muy incómoda en ningún momento, vale que tiene un tarado firme, pero pensé que esta versión sería más radical en este sentido y me haría la conducción por entornos urbanos y vías en mal estado una pesadilla.

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Christian Colmenero//Car and Driver

El tacto de la dirección, simplemente me fascina: tiene el peso ideal, no se siente nada artificial y te cuenta como están trabajando las gomas delanteras en todo momento. Por el camino hacia nuestro destino me voy fijando en cómo reacciona el coche a las ordenes que le llegan desde el volante, mostrando una inmediatez sorprendente y gratificante al mismo tiempo, aunque también hay que decir que su agresivo tren delantero tiene una pega a la hora de encontrarse imperfecciones en el asfalto y es que tiende a seguirlas constantemente, lo que te obliga a ir muy atento pues el Alpine tiende a variar ligeramente su trayectoria en estas circunstancias. Es una lástima que esta unidad monte los citados neumáticos opcionales semi-slick (770 euros) ya que nos exige un grado de cuidado máximo debido a las condiciones climatológicas, privándonos de conocer todo el potencial que atesora esta máquina biplaza.

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Christian Colmenero//Car and Driver

Tramos revirados, su zona de confort

Pese a ello, al acercarnos a la zona de curvas previamente seleccionada en el navegador no nos queda más remedio que disfrutar y dejar que el coche trate de fluir sobre el asfalto en busca de motricidad, algo que logra conseguir debido a sus características pues la posición central del motor ayuda, y mucho, en estas circunstancias. En estos tramos revirados el A110 S se inscribe en los giros con una facilidad pasmosa, exhibiendo una agilidad propia de un coche de competición, algo que no es de extrañar dado su bajo centro de gravedad, el peso del conjunto –apenas pesa 1.184 kilos– y sus optimizadas masas no suspendidas. A la salida de las curvas más cerradas trato de acelerar con cautela con el objetivo de descubrir las reacciones del tren trasero en una superficie de baja adherencia como esta, encontrándome con una gran estabilidad que me permite coger la confianza necesaria como para volver a repetir la misma maniobra, pero esta vez con el modo de conducción Sport activado. Basta con pulsar ese llamativo botón rojo del volante para que el Alpine se vuelva un coche enérgico al que solo le importa devorar kilómetros y kilómetros de curvas asfaltadas. Con este programa seleccionado, la dirección cobra todavía más peso y la respuesta del cambio de marchas automático de doble embrague de siete relaciones, con sus generosas levas ubicadas detrás del volante, se agudiza.

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Christian Colmenero//Car and Driver

Sin lugar a dudas, lo mejor de haber pulsado el citado botón es disfrutar del escape deportivo instalado por Alpine en esta versión –el A110 GT también lo equipa– pues nos deleita con unos petardazos propios de un coche de competición cada vez que ahuecamos el pedal del acelerador o reducimos de marcha. Es una melodía adictiva de la que únicamente nos priva la borrasca que hoy nos acompaña. El A110 S también cuenta con geometrías específicas en ambos ejes, muelles un 50% más rígidos, barras estabilizadoras huecas más firmes y una carrocería 4 milímetros más baja. También presume de unos topes hidráulicos de dirección calibrados para un control óptimo de la carrocería y unos frenos Brembo con discos de 320 milímetros en ambos ejes.

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Ya que mencionamos a este elemento, es hora de elogiar tanto su capacidad de detención del vehículo como, especialmente, el tacto que ofrecen. Por lo general, los vehículos que inundan nuestras calles suelen presentar un pedal con el que poder regular la fuerza de frenado por desplazamiento, es decir, a media que se avanza en el recorrido de este la presión ejercida sobre las pinzas es mayor. Sin embargo, en el Alpine A110 S, al igual que en los coches de competición, actúa de otro modo, mucho más preciso, aunque eso sí, puede llegar a sorprenderte cuando quieres realizar una frenada fuerte si no estás acostumbrado a su funcionamiento. Decimos esto porque la forma de detener al biplaza francés es a base de realizar mucha fuerza sobre el pedal, es decir, cuanta más apliques más frenará el coche.

Un interior deportivo y elegante

El citado sistema multimedia de 7 pulgadas cuenta con una característica que todos los entusiastas del motor sabrán apreciar: el Alpine Telemetrics. Hablamos de un menú específico incluido de serie que permite al conductor ver el rendimiento en tiempo real en la pista, así como acceder a los datos técnicos del vehículo, tales como la presión de soplado del turbocompresor, el par motor entregado, la potencia, así como las temperaturas de la transmisión, aceite y neumáticos. Por supuesto, también nos muestra la presión (medida en bares) que estamos ejerciendo sobre el mencionado pedal de freno y el porcentaje de acelerador.

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Por cierto, el interior combina perfectamente la deportividad con la elegancia, con una mezcla de aluminio, carbono y microfibra, así como detalles en color naranja brillante en un claro guiño al motorsport. Los asientos Racing Sabelt, exclusivos de esta versión, recogen el cuerpo a la perfección al mismo tiempo que ofrecen un grado de confort suficiente como para no sufrir dolores de espalda cada vez que disfrutemos de un paseo a los mandos de esta máquina. Además, el sistema multimedia cuenta con navegación por satélite y es compatible con Apple CarPlay y Android Auto. Su funcionamiento es rápida e intuitivo y la resolución del navegador nos parece elevada. A propósito, este último informa al conductor de la presencia de los radares fijos de la carretera.

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Una mecánica conocida

Bajo el capó del Alpine A110 S se encuentra el mismo bloque utilizado por Renault en el Mégane R.S, es decir, un propulsor turboalimentado de cuatro cilindros y 1.8 litros que desarrolla 300 caballos de potencia y un par máximo de 340 Nm. Si se compara esta cifra con la del compacto deportivo puede llamar la atención ya que en este último es de 420 Nm, pero Alpine ha querido preservar el cambio automático de doble embrague, de manera que ha modificado las curvas de un motor que ahora se siente más elástico y cuya potencia máxima se entrega a las 6.300 rpm (300 rpm más arriba que en el Mégane). Por debajo de las 2.500 vueltas no ofrece una gran respuesta, pero superado este régimen nos deja pegados contra el asiento y solo nos queda ver como el deportivo francés gana velocidad con mucha facilidad. Podemos decir que este motor, en su zona óptima de funcionamiento, empuja con rabia y el sonido que llega al habitáculo es una delicia, especialmente si utilizamos el referido modo Sport, pero claro estamos con el piso mojado y, con este programa de conducción activado, las insinuaciones del tren trasero son constantes, así que toca bajar el ritmo.

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Christian Colmenero//Car and Driver

Una de las ventajas de ser mucho más ligero que el compacto deportivo francés es que el consumo de combustible del motor es mucho menor pues el Alpine A110 S homologa un gasto combinado de 6,9 litros a los 100 kilómetros por los 8,4 l del Mégane RS. Durante nuestra prueba hemos tratado de combinar tanto ciudad y carreteras reviradas como autovías, obteniendo una media superior a la oficial, concretamente de 9,4 l/100 km, una cifra algo elevada pero lógica dada las especificaciones del vehículo. No obstante, dado que su depósito es de solo 45 litros, si se practica una conducción deportiva el conductor verá lo rápido que baja el medidor del combustible.

¿Una compra racional?

En resumidas cuentas, este un coche que todo entusiasta de las cuatro ruedas debería poder conducir al menos una vez en su vida pues las sensaciones que transmite son difíciles de encontrar en la actualidad, en un mercado en el que los vehículos híbridos y eléctricos cada vez cobran más protagonismo. Junto a sus pequeños maleteros (tiene dos, el delantero cubica 100 litros y el trasero 96), su principal escollo es su precio pues parte desde los 74.800 euros, aunque si atendemos a la competencia descubriremos que no lo es tanto ya que el Porsche 718 Cayman, en sus versiones T o S, arranca en los 77.436 y 82.151 euros respectivamente. Por esas cantidades se pueden adquirir vehículos mucho más prácticos con un nivel de prestaciones muy interesantes, pero el Alpine A110 S no es un coche racional, así que simplemente hay que dejarse llevar por las emociones y por esa sonrisa de oreja a oreja que te dibuja en la cara cada vez que lo conduces.

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Christian Colmenero//Car and Driver
A favor: Estética. Acabados. Sensaciones al volante. Escape deportivo. Prestaciones. Tacto de la dirección. Chasis. Ligereza.
En contra: Visibilidad trasera. Maletero. Precio.