Después de ponerle las cosas difíciles al Volkswagen Scirocco TDI en la comparativa que podéis encontrar en el número 179 de CAR and DRIVER, el RCZ saca sus garras frente su rival por excelencia, el Audi TT. Para la ocasión hemos optado por la versión tope de gama, que se sirve del motor 1.6 THP de origen BMW para poner sobre la mesa 200 caballos de potencia, además de una serie de especificaciones técnicas que buscan mejorar su eficacia en carretera.

Sin embargo, el cupé alemán llega a la contienda con la confianza propia del líder natural de la manada. Este modelo ha recibido el beneplácito del público y la crítica desde que se presentara su primera generación en 1998. Presume de una buena plataforma, realizada a partir de la del Volkswagen Golf, y de un motor tan contrastado como el 2.0 TFSI que, en su última variante, desarrolla 211 caballos y va asociado al rapidísimo cambio DSG de doble embargue. ¡Qué empiece la acción!

Menuda pegada

Lo primero que nos pone en alerta nada más emprender la marcha con el Peugeot, es el rendimiento de su motor. Intachable por suavidad y muy trabajado en cuanto a sonoridad –gracias a su salida de escape específica–, entrega su potencia desde muy abajo. A partir de las 2.000 vueltas y hasta más allá de las 5.000, el 1.6 turbo empuja con decisión y tan sólo se le puede recriminar que consuma alguna décima de combustible más que su rival en estas circunstancias. De todos modos, no estamos en el mejor ambiente para reparar ahora en el consumo, por lo que no nos resistimos a seguir dándole al gas y es entonces cuando descubrimos una de sus cualidades más sorprendentes: la precisión.

La dirección es escrupulosamente informativa, incluso hasta el punto de resultar algo pesada en ciudad, pero en los tramos más revirados es una auténtica delicia porque nos permite apuntar milimétricamente hacia el vértice de cada curva, mientras manejamos el cambio manual de seis marchas con gran facilidad.

Peugeot ha acortado los recorridos de la palanca y ajustado bien las seis relaciones, por lo que el conjunto resulta perfecto.

Por si esto fuera poco, el trabajo realizado en la suspensión también ha dado sus frutos y demuestra una rigidez superior a la de la del TT. En la misma línea, el equipo de frenos se ha reforzado con discos delanteros ventilados de mayor tamaño –340 milímetros de diámetro–.


Turno de réplica

El resultado global es un coche imbatible en este terreno. ¡Qué sorpresa! El Audi se muestra algo más comedido: su motor cumple tanto por empuje como por suavidad y el cambio DSG –de seis marchas– nos permite apurar al máximo cada velocidad sin temor a llegar al corte y realiza transiciones muy rápidas.
Sin embargo, no es suficiente para dejar atrás a un agresivo RCZ que resulta muy ágil y vira plano.

Tenemos que abusar mucho del gas en los apoyos para experimentar una pérdida de tracción apreciable y subvirar ligeramente, circunstancia que iguala bastante las cosas. El TT no logra imponerse a pesar de que nuestra versión de pruebas equipaba la tracción total Quattro, que dota al conjunto de una motricidad excelente. La razón fundamental es el mayor peso que suman esta transmisión, el bloque 2.0 y el cambio automático de doble embrague. En total, 63 kilos de diferencia a favor del RCZ que también dispone de un chasis más rígido y unos neumáticos más deportivos, lo que se traduce en una capacidad de agarre superior.

Ahora bien, en defensa del TT hay que decir que estamos probando una de sus versiones más básicas y que tiene delante al RCZ más radical.

Aún así, la contienda puede tomar un matiz bien distinto si el cliente de Audi decide dotar a su coche de elementos como la suspensión activa Magnetic Ride. El presupuesto será bien distinto: hablamos de cerca de 1.490 euros más que seguramente le robarían la razón de ser a esta comparativa, a la vez que acercarían su coste al del radical TT-S.

Placer completo

En cualquier caso, con las especificaciones de serie, el alemán destaca por ofrecer mayores lujos y comodidades, además de las experiencias relatadas anteriormente. Es más fino, equilibrado y comedido. En carretera abierta nos cuida con una perfecta insonorización del habitáculo y una amortiguación bien calibrada, que filtra mejor las irregularidades del terreno, mientras que la de su rival francés resulta más bien seca.
Lo mismo ocurre en la ciudad, donde las dimensiones compactas del TT nos permiten aparcarlo sin esfuerzos, gracias también a la suavidad de la dirección asistida electrohidráulica de dureza variable, que cobra mayor precisión a medida que aumentamos la velocidad. Los neumáticos de medidas 225/50 R17 también permiten un uso más amplio que los 235/40 R19 del Peugeot, que luce unas espectaculares llantas de diseño exclusivo lacadas en negro.

Después de todo...

Queda claro el carácter distinto de estos dos cupés. El Peugeot me ha sorprendido porque no recordaba un león con tanta garra desde los 205 GTI y 405 MI 16V de los años 80. Por su parte el TT sigue siendo el más completo, refinado y polivalente de su clase, pero en su versión 2.0 TFSI no logra ser tan eficaz como el RCZ. Además, la diferencia de precio resulta excesiva...

Motor vehicle, Mode of transport, Automotive design, Vehicle, Automotive mirror, Land vehicle, Headlamp, Transport, Automotive lighting, Car,