Los 15 millones de Ford T que se fabricaron entre 1908 y 1927 no sólo sanearon las cuentas de la compañía, sino que el hito de popularizar el coche a nivel mundial con la cadena de montaje pasó de inmediato a los anales de la historia. Con esa inédita forma de producir vehículos a principios del siglo XX, el T bajó su precio de 850 dólares a 260. Casi 100 años después de aquello, Ford pretende extender la tecnología más avanzada a todos los segmentos, incluidos los ‘accesibles’ compactos y utilitarios. Y, como ocurrió en su día con el T, hacerlo con precios razonables. El ejemplo de este ambicioso planteamiento lo encontramos en el rediseñado Ford Fiesta.

Además de lucir una cara más juvenil gracias a la parrilla y a las finas tiras de led que hacen de luces diurnas, el Fiesta estrena tres dispositivos electrónicos que facilitan la conducción. Para empezar, SYNC pack 400 euros– es un sistema asociado al Bluetooth con el que se dan órdenes vocales para realizar una llamada de teléfono o escribir un mensaje de texto. Cuenta, además, con un geolocalizador que se activa en caso de accidente y alerta automáticamente a los servicios de emergencia y rescate –112–.

Continúa con el Active City Stop–300 euros–, un automatismo de frenada de emergencia que ‘salta’ por debajo de 30 kilómetros/hora al detectarse una colisión inminente –funciona en ciudad ante los despistes del conductor– y termina con MyKey –serie–, un configurador de opciones personales que permiten fijar un límite de velocidad –se planifica un tope de 120 kilómetros/hora y no se sobrepasan aun pisando el acelerador a fondo–, impedir desconectar el ESP, programar el volumen máximo del equipo de audio... sin duda, una herramienta útil para padres que se aseguran que sus hijos no harán el loco en una noche de fiesta. Al margen hay que sumar sensores de aparcamiento trasero, control de velocidad, airbag de rodilla para el ‘piloto’, testigos de presión de neumáticos...

A pesar de todo este despliegue, hay algunas carencias significativas, como los frenos traseros de tambor ligados al motor elegido para la prueba –1.6 TDCi de 95 caballos, el Diesel más potente– o la ausencia de faros de xenón –ni en opción–.

¿QUIÉN LE ACOMPAÑA?
En esta carrera por ser el más ‘técnico’, el Renault Clio de cuarta generación –con su parco 1.5 dCi de 90 caballos– es capaz de seguir la estela del Ford gracias a sus dispositivos –arranque en pendiente, encendido automático de luces y limpias...– y a su inédito y funcional sistema multimedia R-Link. Éste incluye un más que recomendable navegador con cartografía TomTom y un ‘Renault Store’ para descargar aplicaciones, como si se tratara de un smartphone: el estado del tráfico en vivo a través de TomTom Live, avisador de radares con Coyote, consulta de la climatología, la salida de un vuelo...

Al margen, Ford Fiesta y Renault Clio también tienen planteamientos idénticos en otros campos. Por ejemplo, sus propulsores turbodiésel de menos de 100 caballos tienen prestaciones casi calcadas, con una ligera ventaja en el consumo para el francés al montar Start&Stop; y beneficiarse de él en ciudad, aunque sendos bloques no se caracterizan por su baja rumorosidad, ambos son muy suaves y progresivos.

Si de comodidad hablamos, Clio y Fiesta son perfectos ruteros gracias a sus tarados de amortiguación, aunque en el Ford se aprecia una mayor dureza del conjunto mientras que en el lado de la habitabilidad, los casi 10 centímetros más de largo que posee el Re-nault le sirven para tener un maletero mayor y unas plazas traseras más holgadas... aunque los cinco centímetros menos de altura respecto al Ford pasan factura a los altos.

Precio, ficha técnica y prestaciones del Ford Fiesta de la prueba.

Precio, ficha técnica y prestaciones del Renault Clio de la prueba.

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