Atrás quedaron los tiempos en los que estos biplazas descapotables rondaban los 200 caballos de potencia y eran máquinas dóciles, con las que pasear dulcemente una mañana de domingo cualquiera y a un ritmo más bien moderado. Entonces, el Porsche Boxster era la referencia en un segmento plagado de rivales, en su mayoría japoneses. Era el caso de los Honda S2000, Nissan 350Z y hasta Mazda MX-5, pero también los primeros Audi TT, Mercedes SLK o BMW Z3 le ponían en apuros.

En menos de dos décadas, el panorama ha cambiado de forma radical y después de bajarnos del Cayman GTS pensábamos que no habría en el mercado un rival a la altura de su roadster 'gemelo'. Así hubiera sido de no ser porque en BMW Motorsport se decidieron hace un par de años a ‘meterle mano’ a su BMW Z4, dotándolo de uno de los propulsores del momento, el seis cilindros turbo de 3.0 litros que han estrenado recientemente los M3 y M4 y que en el ‘pequeño’ descapotable se conforma con 340 caballos. En los 'M' más salvajes da más de sí, pero la cifra es magnífica para un modelo de estas características, tanto que supera incluso la potencia de su adversario.

ESCALADORES PUROS

Al volante del BMW nos percatamos también de otras armas interesantes. Por ejemplo, monta la caja DKG, de doble embrague y siete marchas, su chasis cuenta con una puesta a punto específica y su electrónica permite ajustar la respuesta de la dirección, la suspensión, el motor y el cambio en base a tres programas: Normal, Sport y Sport+. Es un buen arsenal y lo vamos a necesitar.

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Delante, el Porsche marca el ritmo aprovechando las bondades de su chasis en un primer tramo revirado. Resulta impresionante verlo enlazar curvas con total facilidad y su sonido no sólo es perfectamente audible desde nuestra posición, ¡es que lo oímos más que nuestro motor! Sin embargo, a medida que incrementamos el ritmo, el Z4 reclama más nuestra atención y no para bien. Exige un punto extra de pericia pues tiende a irse de delante en la entrada de las curvas y resultabastante crítico a la salida, donde debemos ser cuidadosos con el gas para no hacerlo subvirar, siempre con el modo Sport+ activado porque los otros dos los controles electrónicos intervienen demasiado.

La baza del BMW es otra y no tardamos en descubrirla. Cuando la carretera se endereza y la pendiente gana desnivel es cuando recortamos distancias, aprovechando el empuje de un motor claramente superior al bóxer de nuestro oponente. El 3.0 Twin Turbo empuja los 1.600 kilos del Z4 con una facilidad pasmosa, utilizando su gran par y su inmejorable disposición, desde las 1.500 revoluciones. En cambio, el bloque del Boxster requiere girar por encima de las 4.500 y ni siquiera entonces se muestra tan contundente a pesar de que arrastra 150 kilos menos.

ÚLTIMA ETAPA

De esta forma se explica también que al cambio del volante, el consumo del GTS sea superior al de su rival en contra de lo que declaran sus fichas técnicas. Su conductor está obligado estirar al máximo las marchas, algo que en el BMW no es tan necesario y además, en los tramos virados ni siquiera tenemos la posibilidad de hacerlo ya que el bastidor pone antes sus límites. La transmisión DKG también tiene su parcela de responsabilidad, realiza transiciones rápidas que mitigan las pérdidas de energía y, en consecuencia, el derroche de combustible. Lo mismo sucede con el cambio PDK de Porsche que va incluso un paso más allá y desacopla la marcha cuando rodamos a ritmo sostenido, dejando el motor en punto muerto y permitiéndonos rodar 'a vela' cómodamente.

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Su desarrollo técnico distingue al Boxster una vez más y de hecho en conducción relajada sí gasta menos gasolina que su rival. Además destaca por la eficacia de su chasis, el sonido de su propulsor y su estética, las características más valoradas en este segmento. Sin embargo, lo mejor de todo es que no parece un roadster. De hecho, si no hubiéramos aparcado el Cayman GTS en el garaje antes de probarlo afirmaríamos que va exactamente como el cupé. No es así, pues la suspensión del primero es un punto más rígida, pero en el Boxster valoramos un nivel de confort que no esperábamos y es que su capota aísla tan bien como el techo duro de rival y es más práctica. Está bien cobrada, eso sí.

ASÍ SE COMPORTARON:

BMW Z4
En curva el BMW no logra camuflar su peso, bastante excesivo en comparación con el de su rival. Pese a que su suspensión es bastante rígida, tiende a subvirar a la entrada de los giros más cerrados y si abusamos del gas a la salida, comprobaremos como las ruedas traseras también pierden tracción. Es más delicado.

Porsche GTS
Las reacciones del Bosxter son más propias de un cupé que de un descapotable con capota automática. El bastidor demuestra una rigidez formidable y esta cualidad unida a un centro de gravedad muy bajo y a un reparto de pesos prácticamente equitativo, le permiten virar plano, inspirando confianza incluso cuando apuramos sus límites al máximo. Delicioso.

- Precio, equipamiento y ficha técnica del BMW Z4 sDrive 35is
- Precio, equipamiento y ficha técnica del Porsche Bosxter GTS PDK

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