"¿No parece tan extremo como el anterior, verdad?", nos preguntamos en la redacción; acaba de entrar el Mini John Cooper Works y empiezan las comparaciones y éstas, como sabemos, son odiosas. Sí se aprecia diferente respecto al Cooper S de 192 caballos que probamos en este mismo número, pero tampoco se trata de una radicalización. El alerón posterior del JCW se mantiene en una discreta talla M, los neumáticos son unos racionales Pirelli en medida 205/45 con llantas de 17 pulgadas y las dos trompetas que hacen de escapes son idénticas a las de su hermano pequeño. Entonces, ¿cómo justificar los 6.000 euros de diferencia que existe entre el Cooper S (que enfrentaremos próximamente a otros rivales) y el JCW? Una potenciación mecánica del motor dos litros, detalles exclusivos como los logos y algo más de equipamiento convierten a este 'pequeño' en un auténtico objeto de deseo… y en una bomba de relojería, como veremos.

A los pocos minutos hace acto de presencia el Volkswagen Polo GTI; no ha querido que el Mini tenga más protagonismo. Al lado del británico de origen germano –recordemos que BMW está detrás de la firma inglesa desde finales de los 90–, el alemán es mucho más discreto, si bien los faros con iluminación integral de led que vienen sin coste en la campaña de lanzamiento del modelo, las llantas multirradio y el escape también doble son los elementos más vistosos y que sirven para distinguir a este Polo especiado, por ejemplo, del acabado GT.

No obstante, el Polo GTI esconde una novedad de gran calado que a priori no se ve pero que se deja sentir en marcha: la sustitución del propulsor 1.4 TSI de 180 caballos asociado de serie a la caja de cambios automática DSG por un 1.8 TSI de 192 caballos con cambio manual de seis relaciones… porque el automático DSG pasa al catálogo de opcionales –por él hay que desembolsar 1.570 euros–. Las prestaciones obviamente son las grandes beneficiadas ya que la punta sube siete kilómetros/hora –de 229 a 236– y el 0 a 100 baja 0,2 segundos –de 6,9 a 6,7–, sin menospreciar que el par se incrementa en siete kilográmetros y el gasto de carburante sufre una leve variación –de 5,9 litros a los 100 a 6,0–.

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Más de lo que parece
Lo cierto es que el cambio de mecánica le sienta magníficamente bien al Polo. Lo que dice la teoría queda patente en las sensaciones que percibimos pues este bloque 'enchufa' con mucha más vida a partir de medio régimen. A igualdad de condiciones, el Mini es un auténtico misil porque basta acariciar el acelerador para salir catapultados. La fuerza de empuje que tiene el JCW es magistral, como también lo es su capacidad de abordar las curvas y es que literalmente se las 'come'.

Si te gusta la rudeza, el Mini es tu 'socio'; si no, acertarás con el 'agradable' Polo

Pegado al asfalto, el Mini sólo se muestra algo rebelde cuando damos gas antes de salir del giro o al llegar con un exceso de velocidad. En un puerto de montaña y por dinamismo nos evoca sin duda a un kart, tal y como nos recuerda la propia marca a través de un mensaje en la pantalla central que preside la consola cuando seleccionamos el modo Sport. A este excelente trabajo del chasis también ayuda la magnífica dirección, muy precisa y con una respuesta inmediata ante la más mínima rectificación y que por tacto es similar a la de supercars que se codean con la élite.

Un paso por detrás
El Polo GTI, a pesar de que pesa lo mismo que el JCW, no es capaz de ir tan rápido. Se muestra algo más torpe, como si tuviese un exceso de kilos que sabemos no tiene. Una entrega de potencia algo más lenta unida a la actuación a veces demasiado intrusiva del diferencial electrónico XDS ante los subvirajes del utilitario hacen que el Mini se marche sin que el Polo pueda seguir su estela como él quisiera. Lo único que nos queda hacer con el Volkswagen es disfrutar del recorrido ya que por tacto de dirección y de amortiguación, el GTI es más agradable si viajamos con frecuencia…

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El Mini, al respecto, es otro cantar: si el Cooper S es ya de por sí duro, el JCW tiene una configuración que lo hace todavía más seco de reacciones, lo que suele perjudicar el confort de marcha, incluso cuando deseamos divertirnos con él, que es siempre, ya sea para ir al trabajo o para desplazarnos para cubrir otros quehaceres diarios. El Polo lleva en esta ocasión la suspensión de dureza regulable –también de serie en el pack de lanzamiento del modelo– que podemos obviar sin ningún género de dudas ya que convierte al GTI en un vehículo muy 'rebotón', perdiendo cierta eficacia de rodadura.

La arrancada del Mini no puede ser más explosiva; es un auténtico 'animal'

Dos mundos distintos
En general, el Polo es más racional, incluso práctico ya que puede pedirse con dos puertas traseras –580 euros–. Su precio es elevado, pero comparado con el del Mini se hace hasta 'barato'. Bien hecho y con una puesta a punto especial, es sin duda la opción racional. El Mini, por contra, es pura pasión. No busques más motivos porque es un deportivo que se ama desde el mismo momento que te sientas en él… y eso, aunque cueste entenderlo, se paga caro.

Precio, equipamiento y ficha técnica del Mini John Cooper Works 2.0 Turbo 231 caballos (aún no disponible en nuestra base de datos). Desde 31.750 euros.

Precio, equipamiento y ficha técnica del Volkswagen Polo GTI 1.8 TSI 192 caballos

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