"Pero si tiene bacquets, como los coches de carreras!", exclama uno de los chavales que acaba de detenerse delante del Adam S. Pasada la veintena de años y vestido a la última, apenas tarda unos segundos en sacar su iPhone del bolsillo para hacerle un book de fotos. El alerón de estilo tunero, el vivo color rojo de la carrocería, las brutales llantas de 18 pulgadas… no hay detalle que se le escape. "Las voy a subir a Twitter", suelta; uno de sus amigos le imita pero se decanta por otra red social, en este caso Instagram. Hay un tercero que, incluso, se apoya en el capó para hacerse un selfie con la intención de presumir en un grupo de WhatsApp soltando en voz alta un "les voy a decir que me lo acabo de comprar".

Todo aquél que se fija en la versión más deportiva del Adam cae rendido ante su atractivo, atlético se mire por donde se mire, tan pequeño y con esa imagen de mala leche contenida. ¿Será cierto aquello de que las mejores esencias vienen en frascos pequeños? A su lado, el Polo BlueGT de VW pasa desapercibido por culpa de un maquillaje estético leve, incluso con el restyling que ha afectado a toda la familia Polo –donde se notan de verdad los cambios es de puertas para dentro–.

Con cerca de 30 centímetros más de largo, el BlueGT utiliza su mayor longitud para ofrecer unas plazas traseras válidas para adultos y un maletero razonable, ya que las posteriores del Adam son aptas sólo para niños y el espacio de almacenaje muy reducido, insuficiente en líneas generales. No obstante y a pesar de ser más grande, bajo la discreta carrocería del Polo se esconde un chasis y un propulsor al nivel del que goza su compatriota del rayo, si no incluso superior. Sí, porque donde realmente el VW empieza a distanciarse es en movimiento. En parado ha sido el Opel el que nos ha 'enganchado', pero con los primeros kilómetros, el BlueGT demuestra la pasta de la que está hecho. No hay que olvidarse que su base es la que se utiliza para el GTI de 192 caballos.

Como un tiralíneas
Antes de eso, hemos comprobado que el cockpit del Polo es casi el del Golf por presentación y acabados. Respecto al compacto, el Polo es más estrecho, algo que se percibe tanto en el respaldo del asiento como en la distancia que nos separa del copiloto. En el Opel, de primeras no llegamos a encontrar una buena postura debido al volante: muy grueso, grande y colocado en una posición bastante alta; afortunadamente, los asientos tipo bacquets forrados en cuero son comodísimos y ayudan a recuperar el feeling que no hemos logrado al principio.

El Pack Xtreme Carbono del Opel tiene destalles que simulan ese material en parrilla y espejos

Una vez salimos a carretera, el Polo se convierte en un gran rodador, con una suspensión que sí se aprecia más dura respecto a las versiones normales, pero que no resulta incómoda. Disponemos de un botón que la endurece si bien, ni con esas, el VW se vuelve un coche radical, sólo algo rebotón cuando el asfalto está en mal estado. La dirección a la hora de enlazar curvas es una delicia y el diferencial electrónico XDS es el que nos permite salir con mayor ritmo al frenar la rueda delantera interior, artilugio que en estas situaciones marca un abismo entre ambos vehículos aunque el Polo es bastante neutro de reacciones.

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Y es que el Adam S, en cambio, se conduce de forma diferente. Hay que anticiparse a la hora de girar porque tiene un sorprendente carácter subvirador, lo que nos obliga a frenar unos metros antes para pasar con una velocidad más baja. Por si esto fuera poco, la dirección eléctrica tiene una 'abusiva' asistencia, así que no llega a transmitir realmente lo que ocurre en el asfalto.

¿Altas o bajas?

A lo anterior se suma que el 1.4 del Opel no es tan explosivo por la forma en la que tiene de trabajar a pesar de su sobrealimentación. La entrega de par es bastante tardía para lo que estamos acostumbrados en este tipo de mecánicas; hablamos de 3.000 vueltas, régimen en el que el Polo ya lo ha dado todo. Esta misma particularidad es la que nos obliga a ir altos de revoluciones para sacar todo el provecho del propulsor, lo que afecta sin duda al consumo de combustible, del orden de un litro a los 100 adicional respecto a su rival. Además, al habitáculo llega de forma notoria ruido de la rodadura, culpa directa de montar unos neumáticos en medida 225/35, similares a los de deportivos 'pata negra', aunque el escape toma el mando de la 'sonoridad' cuando aceleramos.

El diferencial XDS del Polo mitiga los ya de por sí escasos subvirajes

El TSI del Polo es más rabioso en la parte baja del cuentavueltas, con unas salidas desde parado fulgurantes, dejando atrás al Adam sin apenas pestañear. Además, este 1.4 incluye la desactivación de cilindros para ahorrar carburante durante los trayectos, una herramienta que permite pasar de cuatro a dos cilindros en momentos puntuales como una aceleración suave o cuando queremos aprovechar la inercia de la marcha.

Bien justificados

Si bien hablamos de automóviles que sobrepasan los 20.000 euros, es cierto que en su precio van incluidas la exclusividad y las sensaciones, pero también un nivel de equipamiento 'de altura'. Sí, porque el Adam lleva hasta avisador de ángulo muerto, un detalle de un segmento superior y muy práctico cuando se circula por ciudad, aunque echamos en falta faros bixenón o de led –los pilotos traseros sí son de diodos– así como un sistema multimedia con navegación integrada, dos detalles disponibles en el Polo aunque haya que pagarlos al margen.

- Precio, equipamiento y ficha técnica del Opel Adam S 1.4 Turbo 150 caballos

- Precio, equipamiento y ficha técnica del VW Polo BlueGT 1.4 TSI 150 caballos

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