Lo de Williams ya ha pasado del calificativo bache. Están muy perdidos y están en una situación en la que solo pueden mejorar. Lejos queda la temporada 2014 donde la mayor amenaza para las flechas plateadas de Nico Rosberg y Lewis Hamilton eran los monoplazas diseñados en Grove, pues ahora cierran la parrilla de salida.
Pero esos años parecen ya muy lejanos, no solo en el tiempo, que también, sino en términos de rendimiento. Williams tiene que espabilar y salir del pozo en el que han caído. Para ello deben usar el entusiasmo del campeón de la Fórmula 2, George Russell y a todo un veterano como es Robert Kubica que finalmente ha logrado volver al Mundial después de la dura lesión que sufrió mientras hacia un rally.
Precisamente del próximo GP de China de este fin de semana ha hablado el británico George Russell: “Tengo ganas de China, ya que es un circuito en el que nunca antes he pilotado. Siempre es una experiencia genial pilotar en un circuito nuevo. Es la carrera número 1000 de la Fórmula 1, así que es genial ser uno de los 20 pilotos que forman parte de esto. Este deporte tiene mucha historia y esta carrera será histórica, así que estoy muy orgulloso de formar parte de la parrilla de salida de Shanghái.”
También será una gran experiencia para Robert Kubica, cuyo romance con la Fórmula 1 ha sido de los más duros de la era moderna. El polaco se vio apartado de ella de una forma trágica y el piloto ha trabajado realmente duro para poder formar parte activa del Gran Circo: “Será un privilegio pilotar en el Gran Premio de número 1000 de la Fórmula 1; es un gran logro para el mundo de la Fórmula 1 y para los aficionados. Me hará muy feliz y orgulloso participar en esto.”
Pero no hay que obviar la realidad. La carrera 1000 será una nueva pesadilla para los de Williams salvo gran sorpresa o que el motor Mercedes haga de las suyas. De hecho, el dato de que en Melbourne, los de Grove fueron los únicos que no mejoraron sus tiempos de vuelta respecto a la temporada pasada puede suponer una gran losa respecto a su futuro. Así pues, su gran esperanza será que la revolución tecnológica que suele tener lugar en la llegada a Europa les siente como anillo al dedo.
