Monza es la pista donde se marcan las mayores velocidades punta de la temporada. El Gran Premio de Italia tenía como objetivo marcar la velocidad máxima de los monoplazas este año y Daniel Ricciardo tuvo el gran honor de rubricar ese dato, pues alcanzó los 362,1 km/h en la recta principal gracias al rebufo.

En el trazado italiano los neumáticos Pirelli sufrieron un gran desgaste a esas velocidades, en muchas ocasiones se vieron sometidos a una carga aerodinámica de hasta 1.000 kilogramos ya que el neumático giró sobre su eje 2.800 veces por minuto. Si observáramos con total detalle veríamos como la parte que toca el suelo es la que más deformación sufre, por el contrario está la superficie superior del neumático que es la que recibe el menor daño pese a que está sometida a una fuerza centrífuga importante.

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En rojo: superando los 350km/h, el área del neumático en contacto con el asfalto se ve sometida a grandes deformaciones

Esto es debido a su poco peso y una gran rigidez de la goma gracias a que la cubierta del neumático es muy fuerte y elástica, cuenta con una elasticidad de tan sólo un 1%.

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Superando los 350km/h, la parte superior del neumático tan sólo se deforma un 1%, a pesar de estar sometido a enormes fuerzas centrífugas

Los neumáticos de Fórmula 1 están expuestos a unos controles extremadamente exhaustivos. Pirelli durante toda la temporada investiga cómo mejorar el neumático y ensaya en sus laboratorios garantizar la máxima seguridad en sus gomas. Para ello la marca italiana expone sobre sus neumáticos una aceleración de hasta 450 km/h. Además de realizar simulaciones de impactos a más de 250km/h sobre superficies sólidas como podrían ser los bordillos de cualquier circuito del Mundial. Las conclusiones de estas pruebas en los laboratorios son probadas posteriormente en los test para darles el último visto bueno antes de ponerlos a pleno rendimiento en las carreras.