El futuro de la Fórmula 1 en los Estados Unidos está bajo amenaza después de que se anunciara que se recortaron los fondos locales para el evento de 2015. El Gran Circo volvió a este país en 2012, para pilotar en el Circuito de las Américas, en Taxis. En las instalaciones de última generación ayudó el gobierno texano, contribuyendo con casi 33 millones de euros cada año durante las tres primeras citas.

Esa cantidad era parte de los 330 millones de euros, de compromiso durante una década, pero se vio reducida este año a 25 millones de euros. Esa reducción amenaza la viabilidad financiera del evento, al menos que esa cantidad se pueda encontrar de otra vía o el dinero se reestablezca, los promotores se arriesgan a no cumplir con las altas exigencias que designó el jefe comercial de la F1, Bernie Ecclestone.

"El estado claramente hizo promesas. Creo que hicimos un trato y estuvimos a la altura hasta el final del trato. Es como si vas a un restaurante, pides una cena y después de comer la comida, cambian el precio. Para usar un término técnico, estamos fastidiados. Si ha cambiado, va a ser difícil seguir con la carrera en Austin", asegura Bobby Epstein, presidente del COTA.

"Todas las instalaciones se construyeron básandose en ese trato. Si los cálculos cambian ahora, eso cambia los términos del trato", señala Dave Shaw, portavoz del COTA.