No nos habíamos podido resistir al famoso encanto decadente del sur de Italia. Estábamos con nuestra BMW F800 GT en Nápoles y la "vera Italia" como muchos afirman, nos resultaba bastante más ajena que la conocida hasta ahora. Tratando de mantener nuestro planteamiento inicial, el de huir de las autopistas de peaje para conocer las interioridades del país, no tardamos en cometer un error de base: salir por la tarde y perdernos por las poblaciones colindantes cuando la luz comenzaba a escasear.
Lo de perderse es de obligado cumplimiento en una ruta de este tipo, especialmente cuando circulas por carreteras comarcales y localidades sin más señales que las dos o tres que aparecen de vez en mucho y siempre para contradecir al navegador. Pero es importante reseñar la mala iluminación de todas las calles, incluida la propia Nápoles que además, añade defectos de urbanización importantes. De esta forma, prácticamente a cualquier hora encuentras alguna calle atascada mientras que en la misma zona existen varias desiertas. Si a esto le añadimos un pavimento en paupérrimo estado y unos conductores imprevisibles, capaces de realizar maniobras imposibles y acumular el mayor número de infracciones por minuto que he visto jamás, tenemos como resultado un tráfico verdaderamente caótico. Este es, sin duda, uno de los lugares más inseguros para circular en el mundo que existen en Europa.
En estas circunstancias, no has de perder demasiado tiempo en tomar cualquier dirección y debes de aumentar el grado de anticipación ante cualquier posible maniobra, incluidas las más impensables. Por ejemplo, detenerte en un semáforo rojo puede ser extremadamente peligroso, exige hacerlo siempre al margen de la calzada porque cualquier conductor podría arrollarte ya que allí, la mayoría no los respeta. Puede parecer alarmante pero a eso te puedes acostumbrar más o menos rápido. No sucede lo mismo con los motoristas que circulan en sentido contrario, sin casco, sin luces, sin placas y en algunos casos con toda la familia incluida –mujer y dos hijos llegamos a contar– además de la pizza de la cena ocupándoles una mano.
Sin duda, estas vías fueron las que pusieron en mayores apuros a nuestra F800 GT y también a nuestro físico. El pavés, antiguo y destrozado, resultaba impracticable en algunas zonas y ni siquiera en el modo 'Confort' la horquilla delantera lograba amortiguarlos con suficiencia a pesar de ir cada vez más despacio, pero sin duda, la suspensión trasera era la que se mostraba más seca en estas condiciones. Con todo y eso, completamos más de 100 kilómetros por estas vías y salimos de todos los apuros gracias a dos de las principales virtudes de nuestra máquina: su formidable par a bajo régimen, perfecto para tomar unos metros de distancia respecto al tráfico cuando era necesario, y sus buenos frenos, con doble disco delantero y central trasero, ABS incluido; una garantía para evitar choques y también atropellos, pues los peatones no son menos kamikazes que el resto.
La ruta alcanzó en el sur un matiz de aventura inigualable y nos dejó grabadas en la retina imágenes que jamás olvidaremos, de eso estábamos convencidos, pero quizá, lo más impresionante fue cambiar tan drásticamente de paisaje viajando hasta Perugia después. Recorrimos más de 370 kilómetros en una de las etapas más largas de todo el viaje, es cierto. Atravesamos hasta cuatro provincias italianas distintas, volviendo en dirección a Roma primero para seguir hacia el interior dejando a un lado Narni, Rieti y Terni.
Estábamos en la fría y apacible Umbria pero no parecía que hubiéramos cambiado de región, ni siquiera de país, teníamos la sensación de estar conduciendo en otro continente. Y sino, échale un vistazo a las calles empedradas, limpias y perfectamente iluminadas de esta ciudad, que presume también de unos habitantes amables y educados, así como de una gastronomía tradicional fabulosa y unas carreteras y paisajes de montaña perfectos para la moto. Era el remanso de paz que necesitábamos antes del maratón turístico que nos esperaba en la hermosa Toscana.
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Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.
