Una de las primeras tareas de Luca di Montezemolo como presidente de Ferrari, allá por 1992, fue contratar a un hombre de confianza, un consejero que conociese bien la Fórmula 1 y la propia Scuderia. Su nombre, Niki Lauda, tricampeón retirado y leyenda viva desde su gravísimo accidente en Nürburgring ‘76, precisamente a los mandos de un Ferrari. Sin embargo, Lauda también representaba en Maranello la imagen del traidor, del piloto que se marchó del equipo con cajas destempladas, sin terminar siquiera su última temporada vestido de rojo, como signo de rebeldía y desprecio al equipo, o casino, como el austriaco solía llamarlo. A cambio, Enzo Ferrari gastaba el mismo desdén con Lauda, a quien llamaba traidor y ‘hebreo’ por su firmeza en la negociación de sus contratos.

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Niki Lauda (Ferrari) y James Hunt (McLaren) en 1977

El interés mutuo dio la vuelta a esa relación, aunque en el box todavía se bebiera lambrusco, la directiva corriera como pollo sin cabeza y Lauda mantuviera intacta su lengua viperina y su pasión por el pecunio. Todo daba igual, el romance había vuelto. Claro que Ferrari no ganaba un Mundial desde 1983 y Lauda había pasado los peores momentos de su vida para esclarecer lo sucedido con el Boeing 767 de su compañía aérea que se había estrellado un año antes en Tailandia por un fallo técnico. Ambas partes estaban en crisis, unidas contrataron a Jean Todt como nuevo jefe de equipo y, tras intentarlo con Senna, terminaron por fichar a Michael Schumacher como piloto estrella del cavallino. Todos sabemos lo que pasó después, así que el idilio no pudo ser más fructífero.

Hoy, Lauda trabaja para Mercedes y tiene a los italianos otra vez a la contra, pero quien de verdad lidia con la Scuderia no es él, sino Fernando Alonso, que podría parafrasear al Niki de los 70 con aquello de que "lo mío con Ferrari es como un matrimonio, y mi mujer tiene ahora los pechos caídos".

EL IMPERIO CONTRAATACA

El hambre de victoria del asturiano le ha sentado de nuevo en la mesa de negociación con el equipo McLaren, del que se divorció a finales de 2007 con ruptura de contrato y todo tipo de insultos cruzados, un caso de espionaje destapado y enemistades peleadas con luz y taquígrafos. Consultado en 2010 sobre la posibilidad de volver al equipo de Woking, contestaba con "no, nunca", de la misma manera que daba por sentada su futura retirada como ferrarista. Incluso en 2012, Fernando decía que "dejar McLaren fue la mejor decisión que he tomado en mi vida", y es bien sabido que no mentía por despecho, ya que el mismísimo Ron Dennis le ofreció seguir en su equipo en 2008 al día siguiente de haber roto relaciones.

Si Alonso tuvo pasión por los colores, el tiempo
la ha matizado con un lógico pragmatismo

Entonces Fernando no aceptó, pero hoy sabe que por encima del orgullo está la victoria, que no puede retrasar más su apuesta definitiva para convertir su talento en triunfos antes de que la edad merme su don innato. Es evidente que el plan ideal de Alonso sería correr para Mercedes, donde las opciones de título son mayores en 2015, pero abrir un hueco en el equipo de… Niki Lauda se ha demostrado una tarea casi imposible. Así, volver a la Estrella de la Muerte –desde 2007 se conoce así al hospitality de McLaren– es jugar a una lotería donde, al menos, el motor Honda podría llevar premio.

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Fernando Alonso y Lewis Hamilton en el GP de Mónaco 2007

Alonso dijo en su día que, cuando era pequeño, se identificaba con los cochecitos pintados de Marlboro, blancos y rojos, de McLaren; años después resaltó que también lo hacía con las miniaturas escarlata de Ferrari. Quizá entonces, como ahora, apostaba a caballo ganador, o al que creía ganador. Si había pasión por los colores, el tiempo la ha matizado con pragmatismo, aunque de cara al público tenga que inventar un discurso tintado de hipocresía para justificar sus decisiones. En el fondo es algo tan comprensible como que un futbolista de campanillas bese varios escudos o un político se arrime al sol que más calienta.

"No existen amigos, sino momentos de amistad". Lo dijo el dramaturgo Jules Renard, un autor irónico, crudo, de los que conocieron las miserias del hombre. Lo último bastaría para capacitarle como opinador en la F1.

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