El circuito del Jarama amanece con niebla, lo que retrasa un poco el programa previsto. Hace frío y ni las estufas con gas preparadas en los boxes caldean el ambiente de los asistentes... por el momento. 11 Porsche Panamera Diesel, que equipan el V6 de 250 caballos, esperan en el pit lane, listos para simular una conducción real que mezcla ciudad con carretera. Tras la charla técnica en la que se detalla el reglamento y las penalizaciones, comienzan las pruebas: una hora de entrenamientos, un simulacro de carrera y la esperada final.

El equipo barcelonés con el que compite CAR and DRIVER viene dispuesto a ganarlo todo. Somos tres personas que estamos obligados a estar dentro del habitáculo en todo momento para simular una conducción real, además de realizar tres paradas para cambiar de 'piloto'. En la prueba se mezcla regularidad con consumos: debemos elegir una estrategia a una vuelta de entre 2.50 minutos y 3.10 minutos. Para ajustarnos, decidimos tomar una serie de puntos intermedios y establecer una velocidad media para ver qué es lo que más nos conviene.

En principio barajamos la posibilidad de los tres minutos. En las 15 vueltas que damos, cronómetro en mano, perfeccionamos la regularidad. Los consumos, por su parte, no los descuidamos y fijamos una media de 7,4 litros a los 100. Cuando termina esta etapa, quedamos cuartos en la clasificación general. El ensayo termina y nos toca estudiar los resultados de nuestra 'telemetría'. El gasto de carburante está entre los mejores, no así las vueltas al circuito, que las hacemos en torno a 3.05 segundos. Como podemos y está dentro de lo permitido, cambiamos la regularidad de tres minutos a tres minutos y cinco segundos.

Para la clasificación final se valoran tanto la regularidad como el consumo; es el equipo el que decide qué prima más: tiempos o combustible

En apenas 15 minutos nos volvemos a poner a los mandos del Panamera Diesel. Nos damos cuenta que no hemos estudiado los cambios de conductor, así que como en la siguiente hora tenemos el ensayo de carrera, aprovechamos los tres pasos por pit lane para tardar lo menos posible: los dos primeros entre el conductor y el ocupante de la plaza trasera del mismo lado y un último entre las dos personas de las delanteras. Ahora calcamos tiempos. La cosa pinta bien.

Llegada la hora de la verdad, tras comer algo y repuestos de los mareos, la prueba final, en la que no podemos fallar, inicia. Partimos de las posiciones más retrasadas algo que, en principio, nos perjudica. Varios vehículos que van delante nos retrasan y nos perjudican a la hora de trazar bien las curvas. Además, en dos de las tres paradas en boxes cometemos errores, por lo que las penalizaciones aumentan considerablemente (por cada segundo por encima o por debajo de la media establecida son 100 puntos de penalización, al igual que por cada 0,1 litros de consumo respecto al mejor de la jornada). Al final, y por muy pocos puntos, acabamos sextos, aunque podríamos haber quedado en cuarta posición.

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