Hay coches que, con sólo nombrarlos, nos transmiten su principal valor. Qué sé yo, Land Rover o Jeep son sinónimo de todoterreno y aventura, Porsche y Ferrari son los grandes adalides de la velocidad y Rolls Royce significa lujo, ¿no es cierto? Pues bien, cuando te bajas por primera vez de la nueva Clase E de Mercedes resulta inevitable asociarlo a la palabra confort. Sin ser ostentoso, el ‘mediano’ de la estrella ofrece una vida a bordo que pocos modelos pueden igualar. Este enfoque conlleva alguna contrapartida que analizaremos en estas páginas, pero es lo que tiene ser socio del bienestar.

Conducción
En carretera detectamos inmediatamente la personalidad del Clase E. La dirección no es muy directa ni precisa, pero a cambio ofrece una ventaja: el conductor sólo tiene que apuntar hacia donde quiere ir, y el coche hace el resto. En la práctica, esto significa que los movimientos de carrocería (sensibles incluso en las unidades Avantgarde, como la que hemos probado), los baches y gravilla del asfalto o la dificultad de las condiciones meteorológicas no impiden que el Clase E ostente un nivel de seguridad muy elevado en toda circunstancia. El control de estabilidad actúa de forma suave y acertada, y en curvas de radio abierto parece infalible, con un aplomo típico de otros Mercedes. Sin embargo, y como es lógico por su confort presidencial, lo que pasa bajo las ruedas apenas se filtra al habitáculo y, por tanto, nuestra confianza para ir rápido con asfalto roto o deslizante queda algo mermada. Pero bueno, ¿alguien quiere hacer rallyes con un coche de 4,87 metros de longitud? Nosotros nos quedamos con sus fantásticas cualidades para viajar por autovía a cruceros elevados y, si quieres sacrificar una parte de tu confort, elige un Serie 5.

MECÁNICA
El motor 3.5 V6 gasolina de 299 caballos que anima al Clase E brilla por su empuje lineal y enérgico (sólo inferior a motores sobrealimentados como el 3.0 biturbo de BMW), pero también por su contenido consumo homologado de 8,5 litros a los 100 kilómetros en ciclo mixto. La utilización ‘real’ incrementa el gasto aproximadamente en un litro más, pero nos sigue pareciendo una marca extraordinaria para los 1.735 kilos que pesa esta gran berlina. El coeficiente aerodinámico Cx de 0,25 le beneficia (es claramente el mejor del segmento), así como la bomba de gasolina ‘inteligente’, que no actúa a pleno rendimiento si no es imprescindible, o un compresor del aire acondicionado que se desconecta cuando el habitáculo está a la temperatura deseada. El único inconveniente del propulsor es un sonido quizá demasiado agudo para la enjundia del coche, aunque esto ya es una cuestión de opiniones.

Sobre el cambio, no hay mucho que decir: es el 7G Tronic de siempre, con mucha suavidad y no tanta agresividad para un uso deportivo. Las levas se manejan bien y nos pareció que reducía velocidades con un poquito más de ‘alegría’ que otros modelos de la estrella. Tampoco nos pareció destacable la dirección Directa y Paramétrica, según la denomina Mercedes-Benz, o de asistencia y desmultiplicación variable, para ser más precisos. Sólo notamos su actuación en ciudad, donde se notaba suave y capaz de realizar giros cerrados con sólo una vuelta de volante.

Seguridad
Sistemas como el cambio automático de luces largas a cortas, el control de crucero activo, los avisadores de objetos en ángulo muerto y de cambio de carril o incluso un sistema que detecta el cansancio del conductor y le avisa para evitar colisiones constituyen una dotación extraordinaria en cuanto a seguridad, junto al sistema Pre-Safe que activa la bomba de frenos para conseguir la máxima eficacia en frenadas de emergencia y tensa los cinturones de seguridad. Todavía no tenemos los resultados EuroNCAP, pero serán sin duda cinco estrellas las que acompañen a la que lleva en el frontal este Clase E.

Confort
No hay que dejarse impresionar por el primer vistazo al interior, que nos muestra un ambiente casi hostil, con muchas líneas rectas y ángulos, en coherencia con la estética exterior. Tras un corto período de adaptación empezamos a verle la gracia, y sobre todo que el manejo de los dispositivos electrónicos es muy sencillo. La pantalla TFT se ubica ahora en la parte alta de la consola central y hereda la interfaz del Clase C, al igual que el mando giratorio para controlarla. Cambiar de canal en la radio es muy sencillo, más incluso que manejar la palanca de cambios, ubicada tras el volante al más puro estilo americano (se nota la fuerza de la clientela estadounidense). En todo caso, una vez en marcha podemos manejar el 7G Tronic con las levas que incluye de serie.

Los asientos son especialmente acogedores, y el paso de los kilómetros no hace mella en nuestra espalda. El habitáculo resulta muy espacioso y el nivel sonoro (que no pudimos medir) nos pareció muy bajo. Se puede viajar a velocidades muy superiores a las permitidas y escuchar la radio con el volumen mínimo, o hablar con los pasajeros traseros. La única excepción, cuando acercamos el régimen de giro del motor a la zona roja; un sonido agudo acaba con el silencio reinante, pero claro, esta situación es casi improbable con una mecánica elástica que no necesita estirar las marchas.

Por último, una mención al confort dinámico. Para un uso por carreteras reviradas, el balanceo y el cabeceo del Clase E puede resultar excesivo si conduces rápido, pero ahí se acaban los problemas. En todos los demás usos (vías rápidas, o reviradas a ritmo normal, con asfalto liso o bacheado) este coche es ejemplar en cuanto a absorción de baches. Durante nuestra prueba, fue bastante común que nos encogiéramos ligeramente como preparación para superar baches acusados, y luego apenas notar que lo hemos pasado. En este sentido, es un coche claramente preferible a un BMW Serie 5, un Audi A6 y hasta un Jaguar XF.

Ecología
Como apuntábamos en el apartado anterior, 8,5 litros a los 100 es una marca excelente. Las emisiones de dióxido de carbono son de 199 gramos por kilómetros y esto se convierte en un impuesto de matriculación del 9,75%. Como es evidente que hay coches más ecológicos, lo compararemos con sus rivales: un BMW 540i de 306 caballos emite 250 gramos de CO2 por kilómetro y consume nada menos que 10,5 litros. Por su lado, un Audi A6 3.0 TFSI de 290 caballos emite 219 gramos de dióxido de carbono por kilómetro y consume 9,4 litros a los 100, aunque dispone de tracción integral. En fin, es un coche líder de su segmento en ecología y consumo, aunque quizá a costa de un pelo de rabia en el motor.

Valor de compra
El Clase E es un coche caro, de eso no hay duda. Nuestra unidad costaba más de 57.000 euros, aproximadamente lo mismo que el Serie 5 equivalente y unos 3.000 euros más que el Audi A6 (que lleva mayor equipamiento y tracción total). Transmite menos sensaciones de conducción que sus rivales, pero es un modelo completamente nuevo y eso tendrá su influencia positiva llegado el momento de venderlo como vehículo seminuevo. Si quieres viajar como un señor, éste es tu coche.

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