La verdad, es que quién prueba un Ferrari 599 GTB Fiorano, nada más anhela de un gran GT. Es tan deportivo como el que más, tan eficiente como un coche de carreras y, a la vez, tan refinado en su mecánica como el más elaborado turismo de lujo. Por eso cualquier modificación suena a riesgo en un coche que, a priori, lo tiene todo. Pero el afán perfeccionista inculcado en la fábrica empuja a osar nuevas vueltas de tuerca y buscar la más sutil de las mejoras.

Cálculo infinitesimal
Buscar el límite es un concepto matemático que se ha aplicado con exquisita perfección en esta preparación de fábrica del 599 GTB, bautizada como Handling GTE Package –HGTE para abreviar–. La serie de modificaciones introducidas en el Ferrari más rápido toca diversos elementos; mecánicos, electrónicos y estructurales, pero con un objetivo común, obtener resultados aún más brillantes frente al cronómetro y aumentan las sensaciones de conducción, ya de por sí fantásticas en la versión ‘normal’.

La primera consecuencia constatable de este trabajo de puesta a punto de altos vuelos y es una sensación puramente dinámica. La diferente disposición del peso sustentado del coche, ahora con el centro de gravedad un 10% más bajo, lo hacen más ágil y preciso en sus reacciones. No solamente a rápidas órdenes de la dirección, sino también en cuanto a las frenadas, en las que el HGTE se comporta con mayor estabilidad y aplomo. El agarre, o grip como se dice habitualmente en el idioma de la Fórmula 1, es ahora mayor, con las cargas del coche mejor repartidas, permitiendo con ello un paso por curvas rápidas más veloz y estable.

Misma potencia
Los ingenieros no han querido tocar la potencia del motor para incrementar las prestaciones, algo que hubiese resultado fácil al ser el mismo que equipó al Enzo, ese Fórmula 1 vestido por Pininfarina que libera 660 caballos –y que ha dado origen al temible FXX con 800 caballos–. Sin embargo, el mérito del HGTE es del todo achacable al trabajo que se ha realizado sobre el chasis y, en todo caso, a las nuevas leyes electrónicas que gestionan la transmisión de fuerza. Como nos explicó Martino Cavanna, Jefe de Ingenieros de Ferrari, la aceleración ha mejorado, efecto directo de una superior tracción y, por consiguiente, mayor aprovechamiento de la potencia disponible en el fantástico motor V12 que tanto debe a la experiencia de la F-1. Lo cierto es que, arrancar desde parado ayudándonos del sistema automático de salida Launch Control es como despegar con un cohete en horizontal.


Para comprobar estas diferencias, el circuito se hace imprescindible, ya que será en él donde se pueden cuantificar frente al cronómetro y la telemetría. Pero, en carretera, la sensación de manejabilidad y eficacia dinámica se convierte en un placer pocas veces disfrutado al volante de un coche de serie como es el Ferrari 599 GTB Fiorano con esta sorprendente preparación, sobre todo gracias al nuevo reparto de cargas sobre las ruedas que han supuesto las modificaciones introducidas en el HGTE.

Prescindiendo de lo mesurable, competitivo y puramente racing, notamos que, aunque cualquier modificación del chasis en este sentido perjudica directamente la comodidad de los ocupantes, el HGTE conserva un excelente filtrado sobre el asfalto. No llegamos casi nunca a sentir molestos topes de amortiguación y, a lo largo de los kilómetros, no acusamos vibraciones que puedan perturbar un viaje largo. Ni siquiera sobre carreteras secundarias, escenario de nuestra prueba en carretera por la región italiana de la Emilia Romana. A esta comodidad sorprendente en un coche de resultados deportivos tan extremos, hay que sumar el hecho de que su prodigioso motor V12 se encuentra dispuesto en posición delantera, con el cambio en el eje trasero, mucho mejor aislado del habitáculo que el V8 central, cuyo alaridos y bramidos siempre son compañeros de viaje en el F430. 3.339 euros separan al 599 GTB del HGTE. ¿Poco? ¿Mucho? La respuesta está en el circuito de Fiorano.

Marc Gené: “este es el Ferrari que me compraría”
En el circuito Marc nos demostró al volante que el Ferrari HGTE era más rápido que el GTB y, mientras girábamos a un ritmo sólo permitido a un piloto probador de la escudería de Fórmula 1, nos comentaba entusiasmado sus buenas sensaciones.

“El coche se nota más preciso en las frenadas y en las aceleraciones, no experimenta ningún balanceo longitudinal y conserva mejor la precisión de dirección al iniciar el giro.” Mientras lo dice, lo hace, enlazando con fluidez una espeluznante apurada de frenada en la bajada de entrada en la primera horquilla. “Me encanta este motor, en circuito permite controlar perfectamente el derrapaje a la salida de la curva sin ayudas electrónicas”. Asiento mientras noto como las ruedas traseras acarician durante unos cuantos metros el piano del arcén. “Siempre que conduzco un 599 GTB, disfruto. Es el Ferrari que me compraría”.

La preparación ha sido muy detallista. Así, el cavallino es de metal bruñido en lugar de cromado, un detallito para los más estudiosos de la materia Ferrari. Las llantas color plata mate, de diseño exclusivo, son desmontables en tres piezas. Con los enormes discos de freno carbocerámicos Brembo, de seis pistones de aluminio delante y cuatro detrás, el Ferrari se detiene con una fuerza impresionante. El motor es el mismo del GTB ‘normal’, derivado del Enzo. Aunque sí se ha variado el software de la caja de cambios F-1 y del Manettino.

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