Poco conocido, el carrocero Adolphe Heuliez fundó su empresa en 1920 para realizar carrocerías para otras marcas, algo habitual en aquella época en la que muchos fabricantes ofrecían sus chasis con motor para que los carroceros “vistieran” sus creaciones técnicas. En 1925 Heuliez fabrica su primer vehículo completo, un Peugeot 177B, y desde entonces su historia ha estado muy ligada tanto a Peugeot como a Citroën, fabricando cortas series de modelos muy conocidos, pero lo cierto es que también ha trabajado para otras firmas como Porsche o Mercedes-Benz.

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DK ENGINEERING//Car and Driver

Pero lo que seguro que muchos no saben es que todos los Renault 5 Turbo, los “culo gordo”, salían de la factoría de Heuliez. Hasta allí llegaban como R5 “normales” y en sus instalaciones se obraba la magia de pasar su motor a la parte trasera, aumentar su potencia un 300% y modificar su estética de una manera casi brutal. De esa misma fábrica también salieron todos los Peugeot 205 T16, en un proceso similar al del R5 Turbo.

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Unos años después Heuliez también se encargó del desarrollo y fabricación de los techos duros plegables del 206 CC así como de muchas de las transformaciones de los vehículos oficiales de los presidentes de la República francesa, además de otros interesantes prototipos hasta su disolución en 2013. Desde entonces solo ha quedado la división que se dedica a la fabricación de autobuses. Una verdadera lástima.

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Un nuevo concepto

Heuliez presentaba originales propuestas sobre vehículos de producción en casi todos los salones del automóvil de París y para el de 1996, tras el éxito del primer Mercedes-Benz SLK, mostrado solo cuatro meses antes en el salón de Turín, el carrocero francés decidió realizar un G muy especial mezclando el tradicional todoterreno de la marca de la estrella con la estética del SLK, aunque en ese momento el prototipo de Heuliez llevaba un techo tipo targa que había que desmontar a mano. El Intruder, nombre con el que bautizó a este 4x4 biplaza descapotable, mantuvo el motor de seis cilindros y 3,2 litros del G320, además de la tracción total, la reductora y los bloqueos de diferencial originales, por lo que era un todoterreno con todas las de la ley.

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Para el salón de Ginebra de 1998 el Intruder ya monta un techo duro plegable similar al del SLK y su carrocería ahora está pintada en rojo y plata. La adaptación de una carrocería con los rasgos de estilo de los Mercedes de la época y un techo duro plegable eléctrico al estilo del SLK resulta impactante. Al primer golpe de vista de las fotografías, el Intruder casi parece un montaje fotográfico con un Hot Wheels, pero es un coche real y totalmente funcional. El concepto de 4x4 cupé-cabrio es todo un adelantado a su tiempo y tendríamos que esperar unos cuantos años para ver el primer SUV descapotable ofrecido por un fabricante, el Nissan Murano Cabrio de 2002 y más tarde el Range Rover Evoque Cabrio de 2011. Aunque Mercedes-Benz denominaba Cabrio a las versiones de techo de lona eléctrico del G a partir de 1997, lo cierto es que no eran auténticos cabrios, pues mantenían buena parte de la estructura de la carrocería.

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Restauración integral

Cuando Heuliez presenta concurso de acreedores el Intruder se subasta. En sus 26 años de historia este Intruder ha sufrido varias “actualizaciones" ya que originalmente era blanco nacarado, más tarde rojo y luego se pintó en Mercedes Silver, el color que luce en la actualidad. En 2019 recibió una profunda restauración, técnica y estética, por un valor de nada menos que 280.000 euros. Este es el único Intruder construido por Heuliez aunque sus tres colores distintos han hecho pensar que hubo tres unidades. Unos años después la firma OPAC fabricó cinco unidades del Contender, un modelo muy parecido al Intruder original pero que nada tiene que ver con el modelo de Heuliez

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A pesar de su rareza y de su perfecta reconstrucción, el Mercedes-Benz Intruder está a la venta en DK engineering, en Reino Unido desde 2020 y no encuentra dueño. Su estado es excepcional y desde su restauración integral solo ha recorrido 1.700 kilómetros. Su precio es de 174.995 libras, unos 200.000 euros, que si tenemos en cuenta la factura de todos los trabajos realizados es toda una “ganga”.

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Pedro Berrio

Más de 30 años dedicado al periodismo del motor y el estilo de vida que siempre ha acompañado al automóvil, primero como director de tres publicaciones y ahora como colaborador. Por mucho que se empeñen en hacernos creer que los coches son simples instrumentos de movilidad, para mí son verdaderas obras de arte que provocan emociones y el primer artefacto moderno que proporcionó a la mayoría de la humanidad una forma real de libertad y de conocimiento de otros mundos, mucho antes de que existiera Internet.