El paisaje comenzaba a cambiar a medida que avanzábamos con nuestra BMW F800 GT, las montañas se acercaban de nuevo y a menos de una hora de trayecto nos encontrábamos, casi de repente, con el gran lago Trasimeno. una extensión de agua de 128 km2 de superficie que era nuestra siguiente parada obligatoria y resultó ser una de las más provechosas. Para contemplarlo en toda su magnitud acudimos a Castiglione del Lago, uno de los pueblos más hermosos de todo el país, un imprescindible. Con la moto llegamos sin problemas hasta la fortaleza que da nombre al lugar y sin dudar, accedimos al castillo y descubrimos un enorme mirador medieval perfectamente conservado.
Desde esta posición, absolutamente privilegiada pues se encuentra en uno de los entrantes de tierra al lago, podíamos apreciar por un lado la basta extensión de agua, con sus tres islas incluidas y por el otro el pequeño pueblo de casas bajas y calles empedradas, rodeado por el agua.
La excursión fue sencillamente espectacular y aunque todavía no lo sabíamos, nos dejó una lección que nos iba a servir de ahora en adelante: en Italia no importa cual sea tu destino, por el camino siempre hay dos o tres lugares que te gustarán mucho más.
En este caso, además, el nuestro no estaba del todo claro. En esta etapa habíamos propuesto dos: Florencia y Bolonia y dado que nosotros conocíamos mejor la primera ciudad –absolutamente recomendable– nos decidimos por la segunda pero, ¿adivinan? No habíamos recorrido 50 kilómetros más en dirección norte cuando nos encontramos con Arezzo, una población histórica, con casi 100.000 habitantes y un centro monumental para no perdérselo. Algunos nos habían comentado que era un aperitivo perfecto para ver Bolonia, a nosotros nos pareció un primer plato en toda regla, con poco o nada que envidiar al segundo.
A nuestra llegada a Bolonia los kilómetros pesaban. Al recorrido le va bastante mejor terminar el día en Florencia –a 80 kilómetros de Arezzo–, sobre todo teniendo en cuenta las dos paradas que realizamos antes y que insistimos, son de obligado cumplimiento. Hasta la capital universitaria recorrimos 100 km más y sólo gracias a las comodidades de la F800 GT pudimos hacerlo con dignidad. En Arezzo, echamos en falta poder acceder con nuestra montura a algunas zonas, algo que nos había exigido andar demasiado. En cambio, la ruta no revistió mayores dificultades, y sin viento lateral ni otras inclemencias, aprovechamos bien una carretera bastante llana y bien asfaltada para exprimir el motor de 800 cc con cruceros elevados, una prueba que resistió sin problemas de calentamiento ni fatiga y manteniendo unos consumos más que decentes, sin superar los 5,5 litros. Así nos introducirnos a toda velocidad en la región de la Emilia y llegamos a su capital antes de que atardeciera.
Bolonia quizá no lograra conquistarnos tanto como Florencia, pero es un destino igualmente recomendable, no sólo por sus monumentos únicos, como el es caso de las inclinadas Due Torri o la Basílica inacabada de San Petronio también se puede saborear de manera bien distinta, con la calma de un spritz –combinado ligero– a media tarde o con algo más fuerte en alguno de los garitos de ambiente universitario. Nosotros nos conformamos con lo primero, queríamos volver a la Toscana descendiendo por la costa mediterránea y antes el norte del país reclamaba nuestra atención. Todo a continuación, en nuestra quinta y última entrega.
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- Recorremos Italia con la BMW F800GT: Misión increíble 5
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Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.
