Pese a algunos altercados, sufridos especialmente por miembros de Force India y Sauber, el Gran Premio sigue su curso, dejando poco a poco atrás la amenaza de su cancelación, como sucedió el año pasado. Quienes pueden cancelar un Gran Premio son la FIA y los organizadores, y esta vez ninguna de las dos partes parece estar dispuesta a ceder. Durante una rueda de prensa en el paddock, Salman bin Hamad bin Isa Al Khalifa asegura que la carrera puede ayudar "a construir puentes entre comunidades" mientras tratan de "encontrar una manera de salir de este problema político".

Salman bin Hamad bin Isa Al Khalifa cree que ha hecho bien en seguir adelante con el Gran Premio, pues quiere evitar publicidad negativa: "Creo que la carrera ha evitado que los extremistas hagan lo que piensan que tienen que hacer para llamar la atención del mundo". 50 de esos 'extremistas' ya han muerto en las calles de Bahréin (desde febrero de 2011) a mano de las fuerzas represoras del gobierno, luchando por la democracia y las mejoras en las condiciones sociales del país.

Sobre la seguridad del personal de la Fórmula 1, el príncipe heredero asegura que incidentes como los que sufrió el personal de Force India son mínimos: "Puedo garantizar absolutamente que cualquier problema que ocurra no va dirigido a la Fórmula 1. Esto demuestra que es gente que quiere provocar el caos". El príncipe ha llegado a comparar la situación con los altercados iniciados en Londres el año pasado: "Vosotros tuvisteis estos problemas en vuestro país [Inglaterra], y hay una gran diferencia ente protestar por derechos políticos y la violencia; el ataque que pasó cerca de Force India iba destinado a la policía. Pero en ningún momento hubo peligro para nadie de la Fórmula 1", asegura.

El príncipe asegura que la carrera puede ser una buena herramienta para mejorar la situación interna del país, pero los observadores internacionales no confían en él: creen que quiere organizar la carrera para dar una imagen irreal de tranquilidad a la comunidad internacional, y dudan de que sus palabras hacia la reconsideración de los problemas socioeconómicos internos de su país pueden ser ciertas: el año pasado prometió reformar su reino ante la presión de los manifestantes, pero las organizaciones humanitarias consideran que dicha reforma fue casi nula, y que un año después la situación es igual de crítica.

Por su parte, Bernie Ecclestone tampoco parece dispuesto a echarse atrás: quiere que la Fórmula 1 corra en Bahréin, y sólo retrocederá si la otra parte lo pide: "Tenemos un acuerdo para estar aquí, y aquí estamos. No puedo cancelarla. No tiene nada que ver con nosotros", asegura en el paddock de Bahréin. "La autoridad nacional deportiva puede pedir a la FIA la cancelación si quiere".

Sobre el incidente de Force India, Ecclestone asegura que se han tomado medidas: “Se les ha preguntado si quieren tener seguridad. No sé si la gente les ha fichado como objetivo por alguna razón; no lo sé. Espero que no, porque ningún otro equipo parece tener ningún problema".

Sin embargo, recientemente se ha sabido que el personal de Sauber ha sido testigo de incidentes callejeros, aunque esta vez sin peligro para su integridad al no tratarse de un ataque directo ni indirecto, sino simplemente de presenciar incidentes ajenos.

Un periodista brasileño también fue testigo de cómo la policía lanzaba gases lacrimógenos a los manifestantes en una carretera principal entre el circuito y Manama este jueves por la tarde. Ecclestone asegura que el problema no son los disturbios, sino los periodistas, y clama por una catástrofe natural para que la prensa deje de hablar sobre Bahréin: "Os encantan estas cosas", asegura. "Lo que realmente necesitamos es un terremoto o algo así, para que podáis escribir sobre él ahora. Creo que queréis una historia, y esta es una buena historia. Y si no la hay, os la inventáis; como siempre".